Eutiquio El Dragón

La Extinción del Dragón.


Chalchiquitlán, Chiapas, tierra donde nació el olvido y el credo vertical, seco y permanente de la desesperanza, viento amortajado, ausencia de color, eterno campo de batalla inmunológica entre los anticuerpos de elite de las niñas y niños contra los parásitos feroces del agua que se bebe; llaga inquisitoria sobre la dignidad humana, dolor infinito en infinitivo,sintaxis desestructurada sin verbos en futuro, patria chica de Eutiquio San Juan, el Dragón de Jade, rival del Jaguar y cómplice de la obsidiana. Eutiquio, el que apareció emergiendo del lago oscuro en el periodo pérmico de la era paleozoica.

San Juan Dragón, -reptil milenario con ojos de árbol, de árbol flexible y corrioso- un día cuando niño, se prometió abandonar la yunta; demasiado tarde, alos 19 años las correas se le habían incrustado en el pecho desnudo y semejaban cananas permanentes ya cicatrizadas en su piel morena, casi de ámbar rojo; sus manos-garras habían cavado cien mil veces los surcos pa sembrar el milagro, pa echar la semilla, pa que hubiera de tragar algo en su jacal.

Sobreviviente de la matanza de Acteal y del ataque traidor y sangriento, se despidió de suscadáveres. Se había convertido en sentencia emblemática de la teoría darwiniana, la de la supervivencia del más apto que lo condecoró en su proceso evolutivo, y de lagarto silencioso fue elevado al rango de Dragón Callejero que se la rifa a diario por entre las entrañas de la ciudad más viva, más mágica, cabrona y desalmada del universo : México, Capital.

Llegó a la nostálgica estación de Buenavistacuando todavía esta existía, viajó en uno de esos trenes que eran como monumentos a la discriminación, donde el sistema de castas se toca, se vive; donde los indios, con sus animales-chamanes viajaban juntos en tercera clase, con esa mezcla de olores únicos que sólo la desigualdad y la miseria pueden generar.

Eutiquio, el saurio de Chalchiquitlán, el de escamas sonoras fue a orinar a los bañossucios de la estación, descargó y se dio cuenta de que sólo había traído consigo cuatro cosas:

Un enorme y jaspeado miedo, ¿a qué huele el miedo de la ciudad cuando se te mete por los ojos y te estalla en la piel?


Su saco con las dudas que tendría que enfrentar ¿qué color tienen el poder, el abuso, la corrupción, el discurso del madrazo?, si existe el amor, ¿duele?, ¿cómo?, ¿quema,enloquece, extermina?, ¿ dónde se puede encontrar?

Traía también un gran mapa para identificar y luego construir sueños y esperanzas, para detonar nuevas miradas, las del alma; un mapa para descubrir porque las constelaciones son el tejido del milagro, porque las manos, cuando se cree de veras, curan todo: las soledades, el rencor, el propio curso de la vida.

Y la voz de su historia, esa, la quevivió, la que se le volvió códice de honor, promesa de guerrero, gota persuasiva en el cerebro, rumor de odios, río de fuego.

Sin trabajo, con diez palabras en castellano y una gastritis crónica, se hizo amigo del escuadrón de Amado Nervo, el de los niños de la calle, los de la Santa María, no la madre de dios, sino la de tradición, la del kiosco morisco, el Macondo urbano.

Ellos, lecompartieron el hambre y el dolor, lo iniciaron en la secta de la Supervivencia, así, con mayúscula, le enseñaron los secretos para generar vacíos en el estómago, para conducir el asalto y organizar la masacre de sus desventuras. Eutiquio aprendió, se hizo confidente de la gasolina y de sus vapores, cauterizó su hambre y sus pulmones con cada bocanada de fuego, las llamas le serpenteaban y devoraban una auna las neuronas, la pirotecnia del oficio le estallaba con naranja fosforescente en su esófago y si no llegaba a la boca del estómago era porque un licuado de plátano con avena servía como dique, como barricada final para soportar el embate del inminente desastre que presagiaría su final.

Su complicidad con la estopa le permitió construir un ambiente donde los sueños eran peces voladores...