FAbii
Si, ve aquello que la niña de la casa ha estado preparando todala tarde. El corazón empieza a palpitarle muy deprisa. ¿Será capaz de subirse hasta la mesa para verlo de cerca? Él es un ratón muy pequeño, nunca se ha atrevido a husmear más allá del suelo... Peroahora la curiosidad lo rodea con sus finas alas y es más fuerte que el temor que siente. Silenciosamente sale del calzado, pasa veloz por debajo de la cama de la niña que duerme plácidamente y llega asu objetivo. Y con cuatro saltos planta sus patitas en la superficie de la mesa. Encima de ella hay un pesebre. Pero Mike no sabe que es. Y admira, fascinado, esas montañas nevadas, esos arbolillosque son tan altos como el, y esas figuras que, de pie en medio del camino, parecen que quieran echar a correr hacia el portal.
El ratón se ha quedado tan impresionado que no se atreve amoverse, además, si lo hace, sus patitas se hundirán en el musgo suave y aún húmedo. De pronto oye un ruido y sin detenerse a comprobar si encierra algún peligro o no, salta al suelo y sale disparado dela habitación. Al galope cruza el vestíbulo, trepa por las escaleras, llega a su escondrijo y no se detiene hasta que tropieza con el abuelo May, que duerme cerca de la chimenea.
-Abuelo -diceMike jadeando-. ¿Qué es lo que ha hecho la niña de la casa? Hay montañas, árboles, muñecos...
El abuelo abre los ojos y lo mira con las cejas fruncidas hasta que, bajo el poblado bigote,nace una ancha sonrisa. -¡Ah!- exclama-. Es el pesebre. Las personas lo ponen cuando llega la Navidad.
Diki abre los ojos de par en par.
-¿Por qué?
Esta noche Diki no ha...
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