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Marimba
HUGO RODRíGUEZ GUZMáN

El despertar

Otra vez el despertar, marimba,
gracias a ese azar que siempre me desconcierta
no me has acercado tanto con la muerte que asechó por mi cama
de puntillas
esta última noche
en que fueron un silbido de superstición las incógnitas.
Y aunque este amanecer, al ocurrir,
originó una reminiscencia de remordimiento,
por el que otra vez, me heocultado
en la agotada oscuridad que todavía no se ha diluído del cuarto,
me estiro igual con completo desdén,
para reconocer los residuos de bruma en mis adentros,
de bruma tan tuya, marimba,
con la que me has consolado la noche de ayer
en que sonaron, como un enigma que sugiere tormentos,
un grillo y una lechuza.
Menos mal que con un feroz conchatumadre de parte de algún vecino,
emprendió sugrosero vuelo esa lechuza
y nos dejó felizmente tranquilos
a mí y a la noche.
Yo por mi parte le dí una muerte de grillo a ese sonido
con mi zapato, que hacía de la noche molesta,
y me quedé con ese silencio del remordimiento solamente,
con el que arrullaste, porque tu arrullas con silencios marimba,
a mi tristeza de ayer por la noche.

Y estuve en sueños por laberintos profusos
endonde corría perdido mi miedo,
perseguido por gigantescas arañas
y en donde se me escondían princesas,
esas que tanto idealizamos, marimba,
aquellas de miradas inciertas
de las que hacemos metáforas sin querer.

Pero, como un consuelo, ya ves, entra el sol a mi cuarto,
por la ventana,
entra el sol como un poema que purifica,
refiriéndome un horizonte, un paisaje,
siempre como un consuelo,marimba,
llega el sol con un nuevo día que es un poema
a modo de oportunidad
que me ruega
ser escrito.

Mientras me baño, para tratar de sentir
alguna limpieza,
pienso en la resurrección y la muerte,
pienso también en un final y en un principio,
en la oscuridad como todo y en la luz
y por momentos canto.
Se ha agotado ya la ropa limpia
y la toalla con la que me seco
apesta a algunaculpa,
apesta a mí, a mi transpirarte, marimba,
y de esa manera tan delgada,
tan habitual de que se joda la mañana
vuelvo a desfallecer en mi cama
con aquella desnudez tan mía,
que siempre está sola,
con la que desde hace tiempo nadie permuta.
Y vuelvo a fumarte
para hacerte aparecer
como esos rayos de sol, que miraron mis ancestros,
(de cuando el mundo era solamente una estepa de vaporesy resolanas
y ecos confusos y decididos sonidos de viento )
con su luminosidad antigua
y una también pretérita tiniebla
de las que sólo podría describir en mis cuentos
que parecen perpetuamente inconclusos...
y tú que apareces, sin embargo,
absoluta, tan precisa,
efímera y sempiterna;
insitando mi renuncia a ser alguien,
para que vengan nuevamente:
las tinieblas de mis pensamientos,los cementerios donde busco mi nombre,
y una risa desde siempre sin sentido,
y todo el olvido, por favor, que me consuma.

Los orígenes

Soy de aquellos
que se hicieron hombres jugando en la tierra,
con la complicidad aledaña de las piedras.
Aprendiendo del dolor inocente
que me depararon las espinas
transcurrí mi búsqueda infantil de la rosa.
Mi piel es del mismo color
que el aguadel río
de donde deriva mi origen, de aquel casto lugar
donde se encuentra el común deseo escondido
de que los destinos sean como su corriente.
Soy un hombre que cree todavía
que se es hijo de la tierra.
Hijo de un hombre sombrío,
que es hijo también de la tierra
que marcó mi niñez con un aroma de antes,
que traía desde sus telúricas inmensidades,
desde sus sueños,
desde todo suirrenunciable pasado,
pero sobretodo desde su trabajo,
cuando llegaba con su andar sencillo
y verdadero a la casa,
poniendo a mis órdenes las ofrendas de su autoridad,
para darme de comer,
la protección paternal de sus manos
duras y difíciles,
mas allá de todas sus posibilidades
de hombre grande,
me asignaron tener esa relación
incondicional con la tierra,
como una herencia.
Ahora soy un...