Fragmento
se
me
acercó
bailando,
me
rodeó
la
cintura
y
se
contoneó
contra
mi
cuerpo.
–Esa
canción
está
hecha
para
nosotros–susurró
en
mi
oído,
envolviéndome
con
sus
fuertes
brazos–
Quiero
un
poco
más
de
ti,
siempre
quiero
un poco
más–tradujo
la
estrofa,
poniéndome
la
piel
de
gallina,
con
esa
voz
grave
y
ronca
que
tanto
me
excitaba–¿a
qué
estas
esperando?
Toma
un
mordisco
de
mi
corazón
esta
noche.
–Tomaré
más
de
lo
que
me
ofrezcas–musité
subyugada
por
su
cercanía.
–Te
ofreceré
más
de
lo
que
me
pidas.
Nos
abrazamos
envueltos
en
una
nube
de
amor
que
nos
alejaba
de
todo.
Gunnar
me
giró
y
se
pegó
a
mi
espalda,
frotándose
contra
mí.
Las
palmas
de sus
manos
contornearon
mis
caderas
y
se
deslizaron
por
mis
muslos,
sinuosamente,
al
tiempo
que
hundía
su
nariz
en
mi
cuello.
Gemí
casi
de
manera
involuntaria,
cerré
los
ojos
y
apoyé
mi
cabeza
en
su
pecho,
exponiendo
premeditadamente
mi
garganta
a
su
ardiente
boca.
Sentí
que
mis
rodillas
se
gelatinizaban,
cuando
su
lengua
ascendió
por
la
delicada
piel
de
mi
cuello,
hasta
que
sus
dientes
apresaron
delicadamente
el
lóbulo
de
mi
oreja.
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