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Pero el gen de los chistes pecuecos de chichí-popó, ese humor monotemático característicode los tontalones del curso perdura a pesar de la evolución genética. Empezamos a pensar en esto después de ver un comercial bien gracioso de Sprite (ver abajo) sobre los niños monotemáticos querevivió los más oscuros demonios de nuestra adolescencia, cuando como a eso de los 11-13 años a los niños se les llenó el cerebro de testosterona y comenzaron a pensar y a hablar torpemente de sexo.Los niños del curso de Susana, por ejemplo, se ponían espejos en los zapatos para verles los ‘cucos’ a las niñas, y había uno bien asquerosito que, llevado por una testosterona mañé de película pornoadolescente, hacía gestos con su lengua entre los dedos índice y corazón, simulando escenas que quién sabe dónde y por qué vio. Ah, porque en esa época no había internet, y había que ver las películasen VHS, todo un camello para un joven depravado de los 90.
Había otros que veían pipís y tetas en todo. Comprar Bom Bom Bun en aquel entonces era un riesgo que pocas querían asumir. Y la profesorade física, ay pobre profesora de escote y minifalda, todos esperaban muy atentos a que ella tuviera que escribir en la parte de arriba del tablero, para que alzara su brazo y con él su bata y...
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