fuerza de la sangre
En una calurosa noche de verano en Toledo, un anciano hidalgo con su mujer, un niño pequeño, una hija de 17 años y una criada, volvían a su casa.
Contoda la seguridad que promete la mucha justicia y bien inclinada gente de esa ciudad, caminaba tranquilo el hidalgo y su honrada familia, sin imaginar la desdicha que iba a sucederles.
En aquellaciudad habitaba un caballero de unos 20 años, rico y de sangre noble, con demasiada libertad, hacía tales cosas que bien se le podría llamar atrevido.
Este caballero, al cual llamaremos Rodolfo, concuatro amigos, todos mozos, alegres e insolentes, bajaba por la misma cuesta que el anciano hidalgo subía.
Se encontraron los dos grupos. Rodolfo y sus amigos, quienes llevaban el rostro cubierto,comenzaron a mirar a las mujeres. El viejo hidalgo les reprochó su atrevimiento y ellos, respondiendo con burlas, siguieron adelante. Rodolfo tenía en la mente el rostro de Leocadia, la joven de 17 años.Despertó en él un deseo de gozarla a pesar de todos los inconvenientes que podían sucederle. Les comunicó esto a sus amigos y todos consintieron a que la robara.
Volvieron donde estaba la familia yRodolfo cogió en los brazos a Leocadia, quien no tuvo fuerzas para defenderse, y huyó con ella. Su familia gritaba y lloraba, ella desmayada no sabía quién la llevaba ni para dónde.
Llegó Rodolfo asu casa y la llevó a su habitación. Mientras, su familia llegaba devastada a su casa: ciegos, sin los ojos de su hija, que eran la lumbre de los suyos; solos, porque Leocadia era su dulce compañía;confusos, sin saber si dar aviso a la justicia, pues tenían miedo de que cayeran en la deshonra. Eran hidalgos pobres, no sabían qué hacer.
En su aposento, sin que nadie en su casa lo supiera, teníaRodolfo a Leocadia (con los ojos vendados para que no reconociera el camino ni su cara). Antes de que volviese de su desmayo, Rodolfo había cumplido su deseo: le había quitado su mejor prenda....
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