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TEXTO

Cada vez son más los casos en los que se detectan claros signos de desorden mental entre los adolescentes. Este desorden- exceptuando los casos de enfermedad de origen genético, estáclaramente influenciado por los modelos que los adultos estamos transmitiendo desde diferentes sectores. Los adolescentes son un fiel reflejo de las conductas que aprenden. Imitan nuestras propiasfuentes de motivación, ilusión y alegría pero también la forma que tenemos de resolver conflictos, de manejar nuestros propios impulsos agresivos e, incluso, nuestra propia dieta .Nos encontramos así conchicos que no dominan la rivalidad, la agresividad o la envidia y que tienen serias dificultades para tolerar sus insatisfacciones personales. Por ello, debemos ser ejemplares con nuestras propiasconductas porque el adolescente reacciona ante lo que está viviendo mediante la búsqueda de un modelo al que asimilarse.

Es más, frecuentemente podemos observar conductas adolescentes que implicanque en esas mentes se están elaborando estructuras anormales de la personalidad: grabación del propio suicidio que se cuelga en Internet, formación de bandas que se plantean como reto el asesinato oel robo con agresión, aparición de individuos que asesinan a una joven que ha sido su amiga, etc. Los adolescentes reproducen las conductas de su entorno; por ello, su ocio gira excesivamente hacia eljuego violento al buscar apoyo y seguridad en ese perfil, que aceptan como su mejor amigo, y que los conduce, consecuentemente, hacia conductas antisociales

Por ello, y desde un punto devista psicológico, existe un elevado número de chicos que sistemáticamente están abonados a la amenaza y al desafío. Proyectan sus propios miedos en los más débiles, sin conectar ellos mismos con lapropia debilidad de su personalidad. En el fondo, son seres inseguros, con baja autoestima, que buscan de forma anormal un lugar en los grupos y bandas, y que llegan a desarrollar conductas altamente...