Guerra del opio
La situación pronto se volvió insostenible. Con la propagación común de la creencia que la droga servía para aliviar todos los males, se calcula que más de 100 millones de súbditos ya consumían el narcótico y un 10% de ellos, ya eran adictos. Esto motivo que China iniciará en 1835 (en realidad las empezó el emperador Yongzheng en 1729) una serie de reformas aislacionistas entre las quese contaban: mínimo comercio extranjero, alto precio para las importaciones, y programas de erradicación del cultivo. El emperador Daoguang asestó con estas medidas un duro golpe a las potencias, sumamente necesitadas en aquel tiempo de comerciar dado los onerosos gastos que las guerras napoleónicas habían generado.
Muy pronto el funcionario principal del emperador y responsable de laejecución de este nuevo paquete de decisiones, Lin Hse Tsu, se atrajo las iras de la comunidad internacional, impotentes de obligar al emperador a establecer un comercio bilateral pues a criterio del gobernante Qing (esto era verdad en ese momento), las potencias extranjeras no tenían nada que pudiera ser de valor comercial para el Imperio. Inglaterra, a la cabeza de los afectados, asistió entoncesa un nuevo escenario donde se les privaba de comprar té (producto fundamental), seda, porcelana, condimentos, entre otras cosas, a no ser que pagaran por ellos en efectivo, es decir, en monedas de plata. El déficit comercial, y las trabas a la llegada de nuevas empresas al país, alentaron a los imperialistas a optar por el contrabando tanto de opio, cacao o maíz, para equilibrar los enormescostos que implicaba el traslado de estas mercancías a China.
La consumación de la prepotencia: La primera guerra por el opio
Sin embargo, ninguna decisión impresionó tanto como la ocurrida en la primavera de 1839, cuando Lin Hse Tsu, tras su llegada a Cantón (Guangzhou), ordenó destruir los principales depósitos de la droga del país y la incineración de 20.000 paquetes de opio que lostraficantes extranjeros tenían en la ciudad. Las reacciones airadas de los ingleses, franceses y hasta españoles, involucrados en la confiscación, no tardaron en aparecer. Esa misma semana, el burócrata envió una sentida y respetuosa carta a la reina inglesa Victoria I, solicitándole encarecidamente que prohibiera el tráfico de opio al país por considerarlo un tema que afectaba directamente la salud...
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