Habitación 206

Ellos no me creen, lo que les grito es cierto, y en lugar de ayudarme me encerraron en este cuarto moribundo aun acompañado de las sombras. -Las voces, ¡las malditas voces! cállenlas, no ven que me torturan y no me dejan en paz- ellos no me creen, no son delirios, me tachan de loco y todo ocurrió aquella noche.
Hubiese sido una noche cualquiera, normal. El día en su esplendor de lucidez callocomo todos los atardeceres ante la belleza de la piel nocturna, se tiño de rojo el ocaso mientras el sol huyo a su guarida de luz que solo él conoce, la luna se postraba en su estante, colgaba de hilos de estrellas plateadas sobre una alfombra de terciopelo color noche, tan palia, austera, taciturna allí arriba mirándome, bañándome con esa dulce luz de cristal.
No, no era una noche más de lunallena como creí, mientras triste y melancólico Hallábame, bajo el éxtasis de un libro de terror escrito por Poe; agotado por el repetitivo rito del día fui a mi alcoba para dormir las horas restantes de las sombras, y así poder desaparecer un tiempo hasta que la luz del alba inundara mi habitación; al entrar en esta vislumbre la inmensidad de la madre luna que mojaba con su pálida luz mi cama y teñíaen el suelo su sombra. Meditando frente al espejo de mi viejo ropero de caoba. Sobre la eternidad sin ese ser que me cautivó hasta hallarse en su ataúd café de madera. -¿cómo sería la eternidad?- me pregunte, mientras imaginaba un futuro indeseable, los días cada vez más largos y eternos, las horas sin importancia, y las personas huyendo junto a mí amada a ese lugar que llaman "cielo".
Fueentonces cuando una idea, más bien una mirada devastadora me tambaleo y pesé -¿ese soy yo?- mirándome al espejo –no, no puedo ser ese. Digo se parece a mí pero no soy yo- miré sus ojos y en lugar de ser tristes como la noche lluviosa estaban llenos de odio, como el infierno mismo. Y no puedo odiar, si no a la existencia misma.
-Deseo en verdad huir de esta dimensión material- susurre mientras deseaballegar al jardín del edén, -¡no quiero seguir aquí!- grite, deseando morir, o ir a cualquier lugar que no fuese esta vida-; fue cuando en el reflejo de este cristal miré una alargada sombra que nacía desde la parte más baja de mis talones y se extendía hasta toparse con la sombra de mi cama creada por la falta de luz de luna. -Esa tampoco es mi sombra- pensé. -¿¡dónde estoy?!.- grite asustado- yme recluí en un rincón puesto de cuclillas, suspire, mire al espejo y noté que mi reflejo seguía ahí, -¿cómo era esto posible?- pensé y respire hondo me levante y acerque a este para poder ver bien la silueta. No había nada, literalmente, el espejo estaba en blanco; intenté huir, echar a correr al darme la vuelta pala salir corriendo tropecé y caí con la fuerza suficiente como para que quedarainconsciente.
cuando desperté no recordé bien lo ocurrido, solo un dolor en mi cabeza, continúe en mi día normal como si no hubiese pasado nada, hice mis actividades rutinarias y final mente cuando iba caminando la tortuosa luz del sol me impacto en la espalda, lo cual hizo que de mí se salpicara una sombra que impactaba contra el pavimento, al ver mi sombra, o al menos la que aparentaba que era medi cuenta como en esta se notaba una figura, no era humana, ni si quiera de este mundo salí corriendo a ocultarme en mi cuarto, ¬¬ - si ahí será un buen lugar para ocultarme - pensé.
Llegue veloz, corriendo, y al llegar en esta me tope de nuevo con ese ser que dice ser yo, ese que se oculta tras el cristal del espejo. -maldito engendro solo ahí te siente seguro, oculto tras mi reflejo y mi sombra-murmulle - no puedo creer me este atormentando mi propio reflejo-. estaba paralizado hundido en la depresión por el dolor de la partida de mi futura espeso, y ahora también esto, no lo podía creer mi peor enemigo era yo mismo, había convivido felizmente con mi sombra y mi reflejo por lo que jamás sospeche de ellos, ellos me quieren matar o hacerme algún daño y ¿cómo me di cuenta de esto?...