hijos

Juana Droeven
Sangre o elección,
Construcción fraterna
El hermano ¿qué hermano? La hermana ¿la hermana para quién?
Es necesario ubicarse en territorio de misterio y exceso, terreno queinvolucra al Otro y al Infinito o Alteridad extrema. “Todos somos responsables de todo y de todos, y yo más responsable que todos los demás”, frase de Alyosha en Los hermanos Karamazovde Dostoievsky,pensamiento que produce “temor y temblor” pero que es síntoma del malestar frente a cualquier ética posible. Poca cosa la ética de imperativos y normas.
La relación con el Otro, si es que se puede hablarde “relación”, se basa en la obligación a que me conmina su rostro, concepto este que excede toda “idea” que pueda tener del prójimo, todo contenido de conciencia. Es una proximidad delcara a cara queno puede ser subsumida bajo ninguna totalidad, ni instalada en ningún mundo, sino que produce una relación con lo infinito dentro de la finitud. El rostro crea una deuda asimétrica con respecto alotro, y, entonces, desaparece el Yo, el Yo mismo, la mismidad que odia la diferencia y al diferente. Ser uno mismo es ser para el Otro. El decir filosófico no es discurso, no es conocimiento nitematización. El lenguaje no nace en la conciencia sino en la proximidad del rostro. El decir es la posibilidad de la sinceridad, no el cierre totalitario de lo dicho de una vez y para siempre, y lo es entanto y en cuanto el lenguaje no es primariamente comunicación en que se manifiesta la verdad. Así se resignifica la subjetividad entendida ahora como vulnerable des-interés, no como conciencia de sí sinocomo substitución y expiación del Otro, como rehén del Otro. Con las entrañas
conmovidas, la subjetividad corpórea, encarnada, es desgarrada por el Otro, justo lo que parece afirmar un hermano, unode los hermanos de Dostoievsky.
Me dejo tentar, por qué no, por una cita, una de Maurice Blanchot: “... la ambigüedad en virtud de la cual estamos dispersos, diseminados, no morando o habitando,...