historia de anaconda

Páginas: 22 (5447 palabras) Publicado: 16 de noviembre de 2013
Cuando Anaconda, en complicidad con los elementos nativos del trópico, meditó y planeó la reconquista del río, acababa de cumplir treinta años. Era entonces una joven serpiente de diez metros, en la plenitud de su vigor. No había en su vasto campo de caza, tigre o ciervo capaz de sobrellevar con aliento un abrazo suyo. Bajo la contracción de sus músculos toda vida se escurría, adelgazada hastala muerte. Ante el balanceo de las pajas que delataban el paso de la gran boa con hambre, el juncal, todo alrededor, empenachábase de altas orejas aterradas. Y cuando al caer el crepúsculo en las horas mansas, Anaconda bañaba en el río de fuego sus diez metros de oscuro terciopelo, el silencio circundábala como un halo. Pero siempre la presencia de Anaconda desalojaba ante sí la vida, como un gasmortífero. Su expresión y movimientos de paz, insensibles para el hombre, denunciábanla desde lejos a los animales. De este modo: -Buen día -decía Anaconda a los yacarés', a su paso por los fangales. -Buenos día -respondían mansamente las bestias al sol, rompiendo dificultosamente con sus párpados globosos el barro que los soldaba. -¡Hoy hará mucho calor! -saludábanla los monos trepados, alreconocer en la flexión de los arbustos a la gran serpiente en desliz. -Sí, mucho calor... -respondía Anaconda, arrastrando consigo la cháchara y las cabezas torcidas de los monos, tranquilos sólo a medias. Porque mono y serpiente, pájaro y culebra, ratón y víbora, son conjunciones fatales que apenas el pavor de los grandes huracanes y la extenuación de las interminables sequías logran retardar. Sólo laadaptación común a un mismo medio, vivido y propagado desde el remoto inmemorial de la especie, puede sobreponerse en los grandes cataclismos a esta fatalidad del hambre. Así, ante una gran sequía, las angustias del flamenco, de las tortugas, de las ratas y de las anacondas, formarán un solo desolado lamento por una gota de agua. Cuando encontramos a nuestra Anaconda, la selva hallábase próxima aprecipitar en su miseria esta sombría fraternidad. Desde dos meses atrás, no tronaba la lluvia sobre las polvorientas hojas. El rocío mismo, vida y consuelo de la flora abrasada, había desaparecido. Noche a noche, de un crepúsculo a otro, el país continuaba desecándose como si todo él fuera un horno. De lo que había sido cauce de umbríos arroyos sólo quedaban piedras lisas y quemantes; y losesteros densísimos de agua negra y camalotes, hallábanse convertidos en páramos de arcilla surcada de rastros durísimos que entrecubría una
red de filamentos deshilachados como estopa, y que era cuanto quedaba de la gran flora acuática. A toda la vera del bosque, los cactus, enhiestos como candelabros, aparecían ahora doblados a tierra, con sus brazos caídos hacia la extrema sequedad del suelo, tanduro que resonaba al menor choque. Los días, uno tras otros, deslizábanse ahumados por la bruma de las lejanas quemazones, bajo el fuego de un cielo blanco hasta enceguecer, y a través del cual se movía un sol amarillo y sin rayos, que al llegar la tarde comenzaba a caer envuelto en vapores como una enorme masa asfixiada. Por las particularidades de su vida vagabunda, Anaconda, de haberlo querido,no hubiera sentido mayormente los efectos de la sequía. Más allá de la laguna y sus bañados enjutos, hacia el sol naciente, estaba el gran río natal, el Paranahyba refrescante, que podía alcanzar en media jornada. Pero ya no iba la boa a su río. Antes, hasta donde alcanzaba la memoria de sus antepasados, el río había sido suyo. Aguas, cacheiras, lobos, tormentas y soledad, todo le pertenecía.Ahora, no. Un hombre, primero, con su miserable ansia de ver, tocar y cortar había emergido tras del cabo de arena con su larga piragua. Luego otros hombres, con otros más, cada vez más frecuentes. Y todos ellos sucios de olor, sucios de machetes y quemazones incesantes. Y siempre remontando el río, desde el sur... A muchas jornadas de allí, el Paranahyba cobraba otro nombre, ella lo sabía bien'....
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Estos documentos también te pueden resultar útiles

  • Anaconda
  • anaconda
  • La Anaconda
  • Anaconda
  • la anaconda
  • Anaconda
  • Anaconda
  • anaconda

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS