hombre uva

Roi Sava

A los descendientes de Peter Pan

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El hombre uva

"Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba
esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me
reciban con gritos de odio".

-Albert Camus- "El Extranjero"

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Roi Sava

Primer día

Olía a tierra mojada en aquel andén de la estación deautobuses . Sería el
olor de las primeras lluvias del otoño que me acompañaban desde Burdeos,
y que recordaban tanto a mi país.

No conocía aquella ciudad que mis pies adormecidos pisaban por primera
vez. Me habían hablado de ella. Me habían dicho que un gran río pasaba por
ella mansamente, como solos los ríos en sus tramos medios suelen hacer,
que poseía los restos de una muralla, y unacatedral del siglo XV ó XVI,
pero esta información era vaga y correspondía más que nada a la lectura
pausada de cualquier diccionario

enciclopédico provocada por el hastío de una tarde de verano que por la
visión directa del lugar.

Me habían hablado también de sus gentes. Gentes adustas propias de climas
continentales. Yo las observaba. Y sus ceños fruncidos, sus caras serias
casigraníticas esmaltadas por punzones de artesano, sus pasos seguros y
perfectos me daban una idea afirmativa del tópico.

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El hombre uva

Tenía que encontrarme con el Gerente de La Bodega dentro de la Estación
de autobuses.

Yo le había avisado de mi llegada por teléfono móvil desde la otra ciudad
que servía de puente entre Burdeos y la Capital donde me encuentro ahora.

Deesa ciudad de transición que da al mar y donde las olas dan pleitesía a
los caminantes con sus suaves ondulaciones que mueren en la madera
mojada del pantalán.

Le había dicho al Gerente que me esperase en la estación de autobuses, en
el andén número 1, le dije el número 1 porque siempre hay un número 1 en
cualquier estación que se precie, y las posibilidades de no encontrarnos
disminuirían.Le di una descripción mía por si acaso. Pelo castaño-rubiáceo
con entradas a izquierda y derecha normalmente despeinado por una
rebeldía mal curada. Barba reciente y bien contorneada a cuchil la de marca
inglesa de maquinillas manuales. Ojos tristes y bicolores. Nariz que se
queda a medio camino de aguileña. Aspecto desgarbado y casi anoréxico,
provocado por mi falta de aclimatación a laláctea comida francesa.

Estatura media-baja. Llevo una maleta oscura y con ruedas que hace ruido
al tocar el asfalto caliente. Y fuerte acento de un país del noroeste. El
Gerente de La Bodega, en cambio, no me dio ninguna descripción de su
aspecto físico, de lo que deduje que tendría algo que ocultar.

Gente que corría, gente que caminaba, gente indiferente, y yo me
encontraba en el andénNúmero 1 y nadie me esperaba. Me apoyé en una
columna. Estaba cansado. El viaje desde Francia había sido duro . Siete
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Roi Sava

horas divididos en dos autobuses. En tres ciudades. En dos países. En dos
vidas. Aún sentía el atronador viento de la autopista que nos llevaba al otro
país, ese viento que intenta traspasar la ventana semiabierta que llega hasta
tus oídos, y quemueve ondulante y anárquico tu pelo enfermo. Un hombre
estaba a mi lado. Era francés y no hablaba. Solo leía un periódico francés.
Que estaba escrito en francés. Con historias de franceses. El viento no
llegaba a molestarle. Solo me molestaba a mí. Pero yo quería que me
molestase. Abrí mi maleta. Y saqué un libro que no estaba escrito en
francés. Lo había escrito un americano que vivió enFrancia mucho tiempo y
que relata con absoluta fidelidad y crudeza lo mal que lo pasab a allí. El
francés volvió su cabeza hacia mí provocada por la curiosidad. Y vio que el
libro que leía no era en francés. De lo que dedujo que yo no era francés. Por
eso solo emitió una tibia sonrisa que no nos llevaba a ningún lugar. Él se
apeó en Francia. Y yo seguía mi camino hasta esa ciudad de tran...