hombres de dios

PEARL
S. BUCK

Título original:
GOD'S MEN
Traducción de
JUAN G. DE LUACES
Portada de
C. SANROMA

©Editorial Planeta, 1976
Editado por PLAZA & JANÉS, S. A., Editores
Virgen de Guadalupe, 21-33
Esplugas de Llobregat (Barcelona)
ISBN: 84-01-41089-4 — Depósito Legal B. 31.087 – 1978
ISBN: 84-320-5401-1. Publicado anteriormente por
Editorial Planeta.
GRAFICAS GUADA, S. A. — Virgende Guadalupe, 33
Esplugas de Llobregat (Barcelona)

I

Corría una mañana de marzo del año 1950 de Nuestro Señor. Tan fuerte era
el viento que, en su despacho del último piso de un rascacielos de la ciudad de
Nueva York, Guillermo Lane sintió estremecerse el suelo bajo sus pies. Estaba
junto al inmenso cristal de la ventana abierta en el muro, tras su mesa. La
población se extendía anteél como una alfombra y en el horizonte resplandecían
el mar y las montañas.
A su manera, Lane era religioso e iniciaba sus ocupados días con aquellos
pocos momentos de silencio ante su ventana y el mundo que se extendía más
allá. Su corazón nada tenía que pedir; nada pedía a Dios. La plegaria constituía
una afirmación de sí mismo y de lo que él creía que era: un hombre de poder
definitivo; unhombre, en ese sentido, sin par, al menos en su país.
Abajo, en las calles, tan distantes que las veía como meras veredas grises, se
movían criaturas del tamaño de insectos. Eran las gentes cuyos pensamientos
guiaba, cuyas mentes iluminaba, cuyas conciencias dirigía. Que ellos lo
ignorasen y que sólo unos cuantos lo supiesen, acrecía su poder. Hacía mucho
que había renunciado a la ambiciónde ser un caudillo popular. Porque no tenía
el don de ganarse el amor del pueblo, no. Obligado al fin a saber que su aspecto,
sombrío y grave, inspiraba más temor que fe, se había emparedado a sí mismo en
aquel gran edificio. Desde allí esparcía sobre la nación la red de sus periódicos
diarios. Para ello adquiría los servicios y los máximos talentos de los hombres.
Creía, aunque no concinismo, que no había nadie que no pudiera ser comprado.
Por otra parte, nada podía persuadirle para que comprase un talento que no
deseaba o que no pudiera moldear según la forma de su propia doctrina. Los
mejores escritores no encontraban lugar en sus páginas si no opinaban como él.
Pocos eran —cinco o seis a lo más— los que no se sentían tentados por
cincuenta mil dólares. Sólo había uno al queni siquiera le había tentado doble
cantidad. Ninguno, pensaba Lane, rehusaría lo que él ofreciera si juzgaba
acertado ofrecérselo. Lo que compraba no era únicamente el fluir de los trabajos
de los hombres. Compraba también la calidad de sus espíritus. Un hombre hasta
entonces incorruptible era valioso cuando cedía, aunque no fuese más que
porque vendía a la par la confianza de las gentes enél.
Aquella mañana de marzo, mientras Guillermo se sentía en comunión
consigo mismo y con Dios, notó aquel temblor bajo sus pies. Sabía que un
edificio rígido, incapaz de cimbrearse ligeramente ante los vientos de una
tormenta, habría podido ser derribado. Mas, cediendo sólo un poco, estaba a

6

salvo. Con todo, aquel temblorcillo no le gustó. Le recordaba otras cosas que
antaño lehicieran temblar a él.
Hacía mucho tiempo, en China, siendo muchacho, había visto un tumulto
en las calles de Pekín. Un tumulto de gentes comunes, irritadas, que le odiaban a
él, no por lo que en sí era, sino por su piel blanca y sus ojos claros, esto es, por
pertenecer a otra raza. Su inseguridad, la inseguridad de los de su raza aquel día,
le produjo un pánico que, aunque no había vuelto asentirlo, tampoco había
olvidado jamás. Cualquier multitud, cualquier muchedumbre de caras que
surgieran de malas ropas, le hacían recordar aquello, aunque ya no sentía miedo,
porque nada tenía que temer. Era más rico que nadie que conociera y sus amigos
figuraban también entre los individuos más ricos del mundo occidental. Entre
ellos era inatacable. Por otra parte, se consideraba hombre de...