Identidade Europeia

EUROPA: UNA CUESTIÓN DE IDENTIDAD
(entre el casticismo y el multiculturalismo)
Por el Académico de Número
Excmo. Sr. D. Pedro Cerezo Galán *

A partir del Tratado de Roma, que sentó las bases para la Unión Europea,
se ha venido hablando profusa y obsesivamente de . construir Europa.., desde la
base material de un mercado común al ordenamiento jurídico de las nuevas relaciones cooperativas entrelos Estados miembros, de -ampliar Europa » , de integrarla
política e institucionalmente en la forma de una Carta Constitucional o de un Pacto de conjunto, que integre y sistematice los diversos Tratados de la Unión, pero
rara vez de «pensar Europa » , según expresión que dio título al brillante libro de
Edgar Morin (987), o, más bien, de repensaría una vez más, al filo de nuestra propia coyuntura,pues el pensamiento acerca de Europa, ya sea como memoria histórica, ensueño utópico o idea directriz, ha precedido en siglos al proceso político
de su constitución. Sin embargo, durante el período histórico-constitucional, que
estamos viviendo, se diría que la meditación sobre Europa se queda en cierto modo
a la zaga de la iniciativa política, amaina y empalidece, para no ensombrecer concavilaciones excesivas el ingente esfuerzo de construcción. El pensamiento sobre
Europa -sobre sus raíces culturales y la procedencia histórica de sus pueblos,
sobre su señas de identidad y su vocación específica y propia en la comunidad
internacional- se da por supuesto al compartir una herencia secular, que liga a las
naciones europeas y las hace solidarias, partícipes quieran o no, de un mismo destinohistórico. Pero en esta herencia común se han inspirado muy diversas ideas de
Europa y algunas de ellas han exacerbado los nacionalismos excluyentes, que
desencadenaron dos monstruosas guerras en el siglo xx, mundiales por su alcance

• Sesión del día 4 de febrero de 2003.

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pero "civiles» o intestinas, como las llamó Salvador Madariaga, por la filiación cultural de sus contendientes y porlas pretensiones hegemónicas que había en juego.
La meditación sobre Europa se hizo obsesiva en el período de entreguerras, en la
dolorosa conciencia de la bancarrota de su cultura humanista -,.]a crisis elel espíritu europeo", podría llamarse, tomando como referencia la obra elel mismo título
de Paul Valéry en 1919- y luego, a la lívida luz del Desastre de 1939-1945, cuando sucumbió, entre tantaruina, la ingenua fe, bastante retórica, en la grandeza de
la cultura europea y la excelencia de su humanismo. Basta con recordar la dramática escena que imagina Paul Valéry, de una Europa abatida bajo el peso de sus
glorias pasadas y atormentada por profundos remordimientos, que, como un nuevo Hamlet, toma en sus manos las testas de sus hijos más ilustres -Leibniz, Kant,
Hegel, Marx- "sin saberqué hacer con ellas, pero si las abandona ... ¿va a dejar de
ser ella mismar- ... piensa en el aburrimiento de recomenzar el pasado, en la locura de querer innovar siempre, vacila entre los dos abismos, porque dos peligros no
dejan de amenazarla: el orden y el desorden» t ¿Y no es acaso la nuestra una época en que se abren de nuevo "los dos abismos» o peligros, el orden y el desorden,
o llamando alas cosas por su nombre, la administración total de la existencia y la
anarquía de los nacionalismos y terrorismos de toda laya?
El pensamiento de la identidad de Europa ha tlorecido siempre desde el
angor de la crisis, como si la memoria histórica, tras el desastre, buscara el modo
de fundar una más alta esperanza. De hecho, la idea actual de Europa ha renacido
de sus propias cenizas. Como advierteEdgar Morin, "fue necesaria la muerte de
Europa de los tiempos modernos para que hubiera un primer anhelo de nacimiento europeo» 2. No se trata, pues, de una continuidad histórica ni de una restauración, sino de un resurgimiento en metamorfosis, una suerte de "muerte/renacimiento», como la crisálida se convierte en libélula. En medio de la ruina y la
desolación se abrió paso la posibilidad de...