Intertextualidad

Páginas: 11 (2518 palabras) Publicado: 29 de octubre de 2014
Leo también muchos libros de guerra y de misterio, pero no me vuelven loco. Los que de veras me gustan son esos que cuando acabas de leerlos piensas que ojalá el autor fuera muy amigo tuyo para poder llamarle por teléfono cuando quisieras. No hay muchos libros de esos».
— J. D. Salinger, El Guardián entre el centeno.

¿Quién no ha oído hablar de J.R.R. Tolkien y su obra magna, ahora que hanpasado al celuloide —con la colaboración de infinidad de bytes— la precuela, El Hobbit, tras el tremendo éxito de las tres partes de la saga del anillo? Y, mirándolo bien, hay que hacerse cargo de lo chocante del fenómeno, puesto que, en términos estrictamente literarios, El Señor de los Anillos es la obra más a contracorriente del siglo XX, como vamos a ver, y no digamos nada ya de lo extravagantede su permanencia en el siglo XXI, en el que hasta las películas de animación exorbitadamente lucrativas de Disney/Pixar contienen elementos de ironía y de caricatura social que están completamente ausentes en la escritura de Tolkien. Piénsese si no en el ya viejo pero estupendo anticuento de hadas Shrek, esta vez de la casa Dreamworks, del que se puede decir todo salvo que esté aquejado de laingenuidad tolkieniana, tan propia suya y tan apreciada, no obstante, a fines de los felices años ’60 de la pasada centuria —los cándidos hippies, en efecto, buscaban en la trilogía significados ocultos que les sirviesen de guía para retornar a un modo de vida más sencillo y natural al estilo de una nueva Edad de Oro, e incluso la banda de rock más sonada de entonces llegó a dedicarle una canción ensu mejor trabajo: se trata de The battle of evermore en el conocido como Led Zeppelín IV.

Que antes ya de la intervención millonaria de Peter Jackson la popularidad de El Señor de los Anillos era grande lo demuestra bien a las claras el hecho de que en 1997 fuese elegido en el Reino Unido como el mejor libro del siglo, con enfático echarse las manos a la cabeza por parte de los dictadores delgusto británicos. Y su éxito ha sido tal que, inevitablemente, el relato de las crónicas de la Tierra Media (no exactamente «novelas»: propongo «romances») se presenta fatalmente reducido y cerrado para el incondicional de la literatura fantástica, que parece quedarse siempre con ganas de que «Tolkien & Sons» fuera acaso algo así como la firma comercial de un línea de best-sellers internacional alo Harry Potter, de modo que fuese ofreciendo al público cada poco tiempo más de lo mismo para coleccionar escrupulosamente en interminables estanterías de la salita de casa. Pero lo cierto es que El Señor de los Anillos no es solamente una pueril novela fantástica de aventuras más, cuyo destino natural es un público adolescente impenitentemente machacador de videoconsolas (aunque para limitarse aeso, extrañamente dotada con la molesta peculiaridad de sus exageradas dimensiones), ni tampoco únicamente la mera excentricidad literaria de un profesor oxoniense —como lo fue, por cierto, también Lewis Carroll—, acaso aburrido de tener siempre sus augustas narices hundidas entre las páginas de áridos tratados de filología germánica. Ni una cosa ni la otra, ni la mezcla de las dos —aunque sinduda ambas son parcialmente verdaderas—, sirven suficientemente como criterio para dar cuenta de la génesis del libro ni de su tremenda repercusión posterior entre un público lector de todas las edades ¿Qué es, pues, El Señor de los Anillos, habida cuenta de que se trata de una obra de creación pacientemente labrada pieza a pieza en la década de los cuarenta por un dulce y apacible profesor británicoexperto en lingüística? Y, sobre todo… ¿Qué interés puede suscitar hoy semejante suerte de cuento de hadas —inspirado, por demás, en una moral claramente anticuada—, farragoso y caudaloso como de hecho es, entre los resabiados y descreídos lectores del siglo XXI, precisamente aquellos que los críticos nos dicen que han terminado con la fascinación de la imprenta, matado, en consecuencia, la...
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