iron man 3

Mis muslos golpearon el colchón y aterrice en mi trasero, cayendo de espaldas con Gideon inclinado sobre mí. Me alzó con un brazo alrededor de mi espalda, centrándome en la cama antes de establecerse sobre mí. Tenía su boca en mi pecho antes de darme cuenta, sus labios eran suaves y cálidos, la succión rápida y codiciosa. Ahuecó cada uno de mis pechos en sus manos, frotando posesivamente.-Dios, te he extrañad, -gruñó. Su piel estaba caliente contra mi carne fresca, su peso tan bienvenido después de las largas noches sin él.

Puse mis piernas alrededor de sus pantorrillas y metí mis manos por debajo de la pretina de su ropa deportiva para sujetar su firme y duro culo. Lo jalé hacia mí, arqueando mis caderas para sentir su polla a través del algodón que nos separaba. Queriéndolodentro de mí, para que yo pudiera saber con certeza qué él era mío de nuevo.

-Dilo, -lo engatusé, necesitando las palabras que, él juro, eran insuficientes.

Él me levantó y me miró, cepillando gentilmente el cabello en mi frente. Tragó audiblemente.

Atrapé su hermosa boca cincelada en un beso. –Voy a decirlo primero: Te amo.

Cerró sus ojos y se estremeció. Envolviendo sus brazos a mialrededor, Gideon me apretó tan fuerte que casi no podía respirar.

-Te amo, -susurró. –Demasiado.

Su declaración ferviente destelló a través de mí. Enterré mi cara en su hombro y lloré

-Ángel. – Su puño cerrado en mi cabello.

Levantando mi cabeza, tomé su boca, el beso sabía a la sal de mis lágrimas. Mis labios se movían desesperadamente sobre los suyos, como si él se fuera a ir encualquier momento y yo no tuviera tiempo para saciarme de él.

-Eva. Déjame… -Él tomó mi cara, lamiendo profundamente dentro de mi boca.

-Déjame amarte.

-Por favor, -dije en voz baja, mis dedos enlazándose detrás de su cuello para capturarlo. Su erección estaba caliente y pesada contra los labios de mi sexo, su peso era la presión perfecta para las palpitaciones de mi clítoris. –No tedetengas.

-Nunca. No puedo.

Su mano acarició mi trasero, levantándome en un rollo hábil de sus caderas. Grité cuando el placer irradio a través de mí, mis pezones duros y apretados contra su pecho. La fina capa de su vello rizado era un estimulación insoportable. Mi centro dolía, rogando por el empuje con fuerza de su polla.


Mis uñas arañaron su espalda desde los hombros hasta las caderas. Élse arqueó con la caricia con un áspero gruñido, con la cabeza echada hacia atrás en el abandono deliciosamente erótico.

-Otra vez, -ordenó con voz ronca, su rostro sonrojado y sus labios separados.

Subiendo, enterré mis dientes en sus pectorales, justo sobre su corazón. Gideon siseó, temblando y lo tomó.

No podía contener el oleaje feroz de emociones que necesitaban liberarse, el amor, lanecesidad, la ira y el miedo. Y el dolor. Dios, el dolor. Aún lo sentía profundamente. Quería destrozarlo dentro de él. Para castigarlo así como darle placer. Para hacer que experimentara una pequeña medida de lo que yo tenía cuando él me dejó fuera.

Mi lengua acarició las pequeñas marcas que mis dientes dejaron, él sacudió las cadera contra mí, su polla deslizándose a través de los labiosabiertos de mi sexo.

-Mi turno, -susurró sombríamente. Apoyado en un brazo, el bíceps grueso y bien definido, apretó mi pecho con la otra mano. Bajó la cabeza y sus labios rodearon el punto de mi pezón. Su boca estaba abrasadoramente caliente, su lengua era un rudo latigazo de terciopelo contra mi carne sensible. Cuando sus dienten mordieron la punta de mi pezón, grité, mi cuerpo se sacudiómientras una fuerte necesidad atravesaba mi cuerpo.

Me aferré a su cabello, demasiado impaciente para ser amable. Mis piernas envueltas alrededor de él, apretado, haciendo eco de mi necesidad por reclamarlo. Poseerlo. Haciéndolo mío de nuevo.

-Gideon, -gemí. Mis sienes estaban mojadas por el sendero que recorrieron mis lágrimas. Mi garganta apretada y doliendo.

-Estoy aquí, ángel, -respiró,...