Jaime Sabines, El Canto Del Sur

Jaime Sabines, el canto del sur

Luis I. Briones Vargas

Es dado a ciertos espíritus amasar la palabra y convertirla en realidad. El poeta es uno de los principales artífices de estas magias parciales, en las que encuentra un sueño y lo transforma en verso, que a su vez se convierte en idea y que de ese estado se adhiere a la conciencia, la del otro, que no busca pero encuentra sinproponérselo.

Este texto intenta recordar al artesano Sabines, Jaime, el hombre que dejó tras de sí una estela de metáforas que forman parte del imaginario colectivo, de esa imposible magia social que derrumba las fronteras entre la intelectualidad y los lectores, entre las elites cultas y las masas. Jaime Sabines Gutiérrez convirtió el idilio del poeta en la conciencia de los lectores, por eso llenabarecitales, por eso vendía libros y se autoafirmaba peatón, porque nunca sus alas lo llevaron lejos de la calle, esa en donde las mujeres, la humedad, la muerte y Dios se encuentran y reciclan en la sonrisa del niño, en la sexualidad de la puta y la ardiente memoria de Dios y el Diablo que cada cual lleva grabada en la cara.

Chiapas, la envoltura del mito

Chiapas es para los mexicanos, y aúnpara el mundo, una tierra inaccesible e impensable, en donde la tradición convive con la pobreza más ominosa. Sabines, como todo hombre del sur, inició un camino cuesta arriba desde su nacimiento en Tuxtla Gutiérrez en 1926, tercer hijo del mayor Jaime Sabines y equivocando brevemente sus pasos en un afán de juventud, llegó a la Ciudad de México: “Yo pensaba que mis papás querían un hijo médico, yse pusieron muy contentos de que fuera a estudiar medicina. Hice el viaje, fui a inscribirme a la universidad y ahí empezaron los traumas. Yo solito, en un ambiente que no conocía, me sentía desolado, abandonado, víctima de la agresividad de la ciudad de México”[1].

Ya fuera del embrujo chiapaneco, Jaime aprendió, como todos, que la vida en la ciudad es una interminable lucha por mantener ladignidad y la cordura. Dentro de la Escuela de Medicina de la UNAM, sintió la soledad y la interminable sensación de estar en un lugar equivocado.

Comentó el poeta en su momento: “En esos tres años de la Escuela de Medicina me hice poeta, con el dolor, la soledad y la angustia. Compraba unas libretas muy grandes, y no había noche que no me pusiera a escribir de mis angustias, de mis penas, de mitragedia personal. Escribía páginas y páginas. Nunca salió un buen poema, desde luego, nunca publiqué nada de eso. Pero sí agarré el oficio de poeta en esos tres años, pues escribía yo por necesidad. Anteriormente hacía un poema a la novia, todo muy bonito. Lo hice en serio cuando sentí la agresión de la capital, cuando sentí la soledad... Lo primero fue lo hostil de la enorme ciudad de México, yla hostilidad particular hacia mí en la escuela: fue mi estado de ánimo el que acrecentaba los estragos que hacía en mí la Escuela de Medicina”[2].

Y la mayor sorpresa vendría al regresar al terruño, cuando descubrió que para sus padres daba igual si Jaime era médico, abogado o ingeniero. La felicidad perdida regresó, y con ella, la veta del juglar, porque como en el mito griego, al abrir lacaja de Pandora, dentro de ella, dentro del corazón, se quedó la esperanza, el as bajo la manga de todo peatón.

Ya con la confianza recuperada, llegó a Mascarones, para estudiar Filosofía, en donde conoció a Julio Torri “viejecito delicioso al que nadie le hacía caso (…) no decía Cállense ni regañaba a los estudiantes ni nada, iba a lo suyo, el que quisiera oírlo que lo oyera”[3]. Estaban tambiénsu admirado José Gaos, Fernando Salmerón y Héctor Azar, y entre los compañeros figuras de la talla de Emilio Carballido, Rosario Castellanos, Sergio Magaña o Dolores Castro. Jaime Sabines jamás terminaría sus estudios; otro sería su camino.

De la sensualidad al conocimiento de Dios

No resulta extraño que el intelectual de oficio, no tenga otra actividad que la de escribir o la de...