Jelou

Y…sí existe

Una vez un filósofo expresó: “Dios ha muerto”; pero, en realidad, aparte de toda esa frustración e incredulidad, lo cierto, es que vive y más que nunca se manifiesta en nuestras circunstancias.
La siguiente historia comienza en Nicaragua, de una forma sencilla, pero interesante.
Rosario, una mujer de buenos sentimientos, preocupada de su familia, tiene un niñode diez años de edad, José Miguel, además está embarazada y según le dijo el ginecólogo, es una niña. Su dicha es inmensa.
Rosario está casada con Pedro Ramírez, un hombre trabajador que vende legumbres en el mercado público. Aunque se esfuerza mucho para que su familia no pase necesidades, su descontento es cada vez mayor.
Conoció otra mujer en Masaya y la ha estado visitando losfines de semana, buscando toda clase de excusas para ausentarse del hogar.
¡Pedro, qué te sucede, te noto preocupado! ¿Acaso es nuestra situación económica? – le preguntó Rosario, en cierta ocasión.
¡No es eso! Lo que pasa es que voy a poner un negocio de artesanías con el compadre Manuel y tenemos que ponernos de acuerdo. Recuerda que él vive lejos.
Bueno, está bien, cuídate y regresa pronto.Pedro recoge su viejo maletín azul, raído por el tiempo. Se pone su inseparable sombrero y sale apresuradamente luego de abrazar y besar efusivamente a su hijo y a su esposa. Las lágrimas asoman de repente y las seca, nerviosamente, con su pañuelo.
El remordimiento comienza a atormentarlo, él sabe que no regresará.
No importa, ya. No puedo cambiar de opinión. Ojalá, algún día,comprendan…y que Dios me perdone.
Hablaba consigo mientras se dirigía, presuroso a la estación de buses, inventaba miles de excusas por la infamia que iba a cometer. Acallaba los remordimientos, diciéndose que les enviaría dinero en cuanto se estableciera y consiguiera trabajo: sí…no les faltará nada…lo prometo…se repetía tantas veces como tratando de no olvidar su compromiso con la familia.Rosario y su hijo lo esperaron muchos días, con la vaga ilusión que lo verían entrar por esa puerta de un momento a otro.
¡Nunca regresó!
Mientras tanto, Rosario daba a luz una hermosa niña, que la llenó de alegría y esperanzas, por eso, le puso, Esperanza. Sí, ahora se enfocaría en sus hijos. Tenía que trabajar, luchar por ellos, ya que solo la tenían a ella. Esta pequeña es lanueva luz que entra en este hogar. Con ella cambiará la vida de todos a pesar de los problemas.
Un día, su vecina Marta llega a visitarla y llevarle algunas cosas para la comida.
Rosarito, usted sabe que yo la estimo mucho y me duele lo que el sinvergüenza de Pedro le hizo, por eso le tengo que contar lo que me han dicho.
¡Qué cosa, Marta, dígame lo que sea…necesito saber la verdad!¡Recuerda a Gumersindo, el señor de la Lilia? Bueno, él lo vio en Masaya…parce que tiene otra mujer.
Ya me lo imaginaba, pero yo tengo que cerciorarme. Iré a ese pueblo…vecina, acompáñeme, por favor, sabe que debo llevar a mis hijos; no los puedo dejar con nadie.
No sé…pienso que no debería ir, pero sí yo la acompaño; no se preocupe.

Al día siguiente salieron todos, muy temprano, rumbo aMasaya.
Se veía la pobreza por doquier: caminos de tierra; muchachos descalzos y vestidos, humildemente; vendedores de hamacas y jarrones, en improvisados ranchitos de madera.
Fueron preguntando por la dirección que le habían dado, hasta que dieron con un caserón viejo, dividido en varios cuartos, enumerados del uno al seis.
¡Vecina, dijo Marta, es el número 6. Toque la puerta a verquién sale!

Rosario se arma de valor y golpea varias veces hasta que sale una mujer joven, blanca, con el cabello teñido de rojo; bastante vulgar.
¿Qué desea? Pregunta la mujer, con el ceño fruncido. ¿A quién buscan?
¿Quién es, Diana? Se escucha una voz de hombre, que pregunta.
En ese momento aparece Pedro.
Palidece y no atina a decir palabra, mientras las tres mujeres comienzan a...