La casa de los espejos
Páginas: 4 (859 palabras)
Publicado: 2 de enero de 2011
LA CASA DE LOS ESPEJOS[1]
De todos los relatos que he escuchado hay uno que recuerdo siempre con mucho asombro y misterio, acaso debe ser porque lleva el signo de aquello que siempre me ha atraídocomo mezcla perfecta: el amor y la muerte. Pero no cualquier amor, sino aquel que se regocija en lo más puro que una hija puede demostrara hacia un padre, y en ese amor apasionado y ciego de celos,que puede conducir inevitablemente al fin de las cosas.
En el puerto de Cádiz, a un tiempo que no tiene exactitud la tristeza apresó al joven corazón de una bella niña, era su padre, un marinero quedebía partir.
Fu difícil y muy amargo la despedida, las frases cargadas de amor y consuelo del capitán luchaban por calmar las lagrimas de su mimada niña.
-No llores mas hijita-le decía tiernamenteel capitán-, tus lágrimas me harán volver. Piensa que yo estaré surcando mares, dibujando en las nubes nuestra unión, pronto he de regresar… tus ojos son mis ojos, ojos de consuelo y pesar.-Padre-respondió tímidamente- quisiera ser un ángel que te guie por los senderos de la mar…prométeme que por cada viaje que hagas un espejo me regalaras.
Fue una promesa rara pero fácil de cumplir, y másaun, venia del consuelo que su hija anhelaba, un espejo pedía entonces, calmar sus angustias y levar sus recuerdos, que no me deje de querer y recordar se pudo haber dicho el capitán.
Los añostranscurrieron con severidad y los viajes parecían hacerse interminables al igual que los espejos que ahora adornaban el cuarto de quien alguna vez fue la niña de sus ojos, y ahora se presentaba comotoda una mujer.
Pero como suele ocurrir a menudo, la felicidad de algunos es capaz de provocar a otros la más vil y traicioneras de las pasiones. Era su madre y esposa, quien había quedado soslayada porsu ahora joven hija.
-Era incomprensible- se decía a is misma- como puede darle más atenciones y lujos a su hija, cuando es su mujer quien padece más con sus ausencias.
La mejor y única...
De todos los relatos que he escuchado hay uno que recuerdo siempre con mucho asombro y misterio, acaso debe ser porque lleva el signo de aquello que siempre me ha atraídocomo mezcla perfecta: el amor y la muerte. Pero no cualquier amor, sino aquel que se regocija en lo más puro que una hija puede demostrara hacia un padre, y en ese amor apasionado y ciego de celos,que puede conducir inevitablemente al fin de las cosas.
En el puerto de Cádiz, a un tiempo que no tiene exactitud la tristeza apresó al joven corazón de una bella niña, era su padre, un marinero quedebía partir.
Fu difícil y muy amargo la despedida, las frases cargadas de amor y consuelo del capitán luchaban por calmar las lagrimas de su mimada niña.
-No llores mas hijita-le decía tiernamenteel capitán-, tus lágrimas me harán volver. Piensa que yo estaré surcando mares, dibujando en las nubes nuestra unión, pronto he de regresar… tus ojos son mis ojos, ojos de consuelo y pesar.-Padre-respondió tímidamente- quisiera ser un ángel que te guie por los senderos de la mar…prométeme que por cada viaje que hagas un espejo me regalaras.
Fue una promesa rara pero fácil de cumplir, y másaun, venia del consuelo que su hija anhelaba, un espejo pedía entonces, calmar sus angustias y levar sus recuerdos, que no me deje de querer y recordar se pudo haber dicho el capitán.
Los añostranscurrieron con severidad y los viajes parecían hacerse interminables al igual que los espejos que ahora adornaban el cuarto de quien alguna vez fue la niña de sus ojos, y ahora se presentaba comotoda una mujer.
Pero como suele ocurrir a menudo, la felicidad de algunos es capaz de provocar a otros la más vil y traicioneras de las pasiones. Era su madre y esposa, quien había quedado soslayada porsu ahora joven hija.
-Era incomprensible- se decía a is misma- como puede darle más atenciones y lujos a su hija, cuando es su mujer quien padece más con sus ausencias.
La mejor y única...
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