la ceguera
Al fin se encendió la señal verde y los coches arrancaron bruscamente, pero enseguida se advirtió que no todos habían arrancado. El primero de la fila de en medio está parado,tendrá un problema mecánicolágrimas, al brotar, tornaron más brillantes los ojos que él decía que estaban muertos. Eso se pasa, ya verá, eso se pasa enseguida, a veces son nervios, dijo una mujer. Elsemáforo había cambiado de color, algunos transeúntes curiosos se acercaban al grupo, y los conductores, allá atrás, que no sabían lo que estaba ocurriendo, protes taban contra lo que creían un accidente detráfico vul gar, un faro roto, un guardabarros abollado, nada que justificara tanta confusión. Llamen a la policía, grita ban, saquen eso de ahí. El ciego imploraba, Por favor, que alguien me llevea casa. La mujer que había habla do de nervios opinó que deberían llamar a una ambu lancia, llevar a aquel pobre hombre al hospital, pero el ciego dijo que no, que no quería tanto, sólo quería...
Regístrate para leer el documento completo.