la chica del crillon

Páginas: 173 (43052 palabras) Publicado: 12 de noviembre de 2013
¿MIS MEMORIAS?

Para el caso diré que me llamo Teresa Iturrigorriaga, y será la única mentira de mi narración. Uso un apellido vinoso y sin vino, es decir: soy aristócrata y sin plata. Vivo con mi padre enfermo y una vieja cocinera, a quienes mantengo.
Antes éramos ricos y habitábamos un palacete de la calle Dieciocho, en cuyo jardín cantaban los pájaros; ahora vivimos en el extremo de lacalle Romero, y los arpegios aéreos han sido reemplazados por las actividades de los ratones en el entretecho. Nos rodean los cités y conventillos; las casas de adobes tienen parches, grietas, y se apoyan unas en otras como heridos después de la batalla. De noche se escucha el tamboreo de la cueca, pulso del arrabal. Yo no puedo decir a mis amigas dónde vivo y me veo impulsada a ocultar estedomicilio. Se vive de apariencias, y la pobreza va estrechamente unida al prestigio. Esta calle tiene una parte buena y otra dudosa; nosotros vivimos justamente donde termina la una y comienza la otra, hacia la parte de Matucana. Decir que sufro de nuestra pobreza sería falso; la oscuridad es una prueba segura de que luego saldrá el sol. Vivir es esperar. Por las mañanas hago la compra, mezclándome aregatear entre las comadres. Después voy a zambullirme en los chismes asoleados del centro. Ningún santiaguino dejará de injuriar al centro, ni de ir dos veces al día. Nos conocemos desde pequeños, hasta saber cuántos lunares tenemos, y aún queremos conocernos más, hasta hastiarnos mutuamente y destruirnos. De tanto verse la gente cambia miradas rabiosas y saludos como escupos. Las señoras con hijascasaderas se vuelven jabalíes. El centro es la selva, el campo de batalla, el infierno o el cielo. Pero no dejamos de ir jamás. Yo moriré centrera. Me quedo como boba mirando escaparates, donde los géneros son lindos y suaves, las blusas leves y aladas, los zapatos como bombones, y los sombreros tan pequeños y graciosos que parecen tapas de polveras; maquillaje hay tanto como para estucar laUniversidad Católica. Se habla de crisis, pero al mismo tiempo se abren canódromos y bares, donde cabros y veteranos desafían al venenoso gin nacional. Este verano habrá flores a montones. Las epidemias se pegan como lapas a esta tierra de clima hostigoso de puro bueno; el cementerio florido se abre para tragar montones de apestados; es uno de los cementerios más hermosos del mundo, y se muestra a losturistas, así como el Teatro, el Hípico y el Club de la Unión. Con sus porteros, sus anchas puertas llenas de público, sus carritos para las maletas de cadáveres, y sus buzones para las tarjetas, parece una estación ferroviaria. Nunca se vio tanta gente en los teatros, en la Bolsa, en los bares y en el cementerio. Esto último proviene de que el piojo es apolítico: lo mismo ataca a un Errázurizque a un Verdejo.

Mi vida se divide en dos fases: en la mañana salgo a comprar, de bata; después hago la comida o remiendo tiras. Las vecinas conocen mi escasa ropa y, cuando me ven pasar, hacen guiños y me llaman: la de la bata crema. No saben quién soy en la calle Romero. Al atardecer me quito la bata, me pongo el traje café o el negro y salgo de estos cités y conventillos para penetrar en elcentro. Habrá muchas falsas señoritas como yo, que no quieren perder el brío del mundo y las costumbres sociales. En el centro vuelvo a ser la Teresa Iturrigorriaga, parienta de políticos, de cosecheros, de abogados. Mis padres, mis abuelos, mis tatarabuelos fueron ricos, por eso sé hacerme la oligarca, aunque vivo al día, con todos los inconvenientes y ninguna de las ventajas de las ricas. No hayplata, pero me las arreglo y le digo al papá que trabajo a contrata en un departamento fiscal. El arrabal tiene también sus encantos; aquí los ojos de los pobres no tienen esos resplandores de odio que los alumbran en el centro, haciéndolos parecerse a los ojos de los lobos.

Me creen una de la multitud y me miran pasar sin pasión. Desde pequeña estuve predispuesta a lo humorístico. Huyo de...
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