La historia gato y gaviota
* 8. Sabrosos arenques. Sabrosos y gordos. Justamente lo quenecesitaban para recuperar energías antes de continuar el vuelo hastaDen Helder, donde se les uniría la bandada de las islas Frisias. El plan de vuelo tenía previsto seguir luego hasta el paso de Calais yel canal de la Mancha, donde seríanrecibidas por las bandadas de labahía del Sena y Saint Malo, con las que volarían juntas hasta alcanzarel cielo de Vizcaya. 9
* 9. Para entonces serían unas mil gaviotas que, como una rápida nubede color plata, irían en aumento con la incorporación de las bandadasde Belle Îlle, Oléron, los cabos de Machichaco, del Ajo y de Peñas.Cuando todas las gaviotas autorizadas por la ley del mar y delosvientos volaran sobre Vizcaya, podría comenzar la gran convención delas gaviotas de los mares Báltico, del Norte y Atlántico. Sería un bello encuentro. En eso pensaba Kengah mientras dabacuenta de su tercer arenque. Como todos los años, se escucharíaninteresantes historias, especialmente las narradas por las gaviotas delcabo de Peñas, infatigables viajeras que a veces volaban hasta las islasCanarias olas de Cabo Verde. Las hembras como ella se entregarían a grandes festines desardinas y calamares mientras los machos acomodarían los nidos alborde de un acantilado. En ellos pondrían los huevos, los empollarían asalvo de cualquier amenaza y, cuando a los polluelos les crecieran lasprimeras plumas resistentes, llegaría la parte más hermosa del viaje:enseñarles a volar en el cielo de Vizcaya. Kengahhundió la cabeza para atrapar el cuarto arenque, y por esono escuchó el graznido de alarma que estremeció el aire: —¡Peligro a estribor! ¡Despegue de emergencia! Cuando Kengah sacó la cabeza del agua se vio sola en lainmensidad del océano. 10
* 10. 2 Un gato grande, negro y gordo —Me da mucha pena dejarte solo —dijo el niño acariciando el lomodel gato grande, negro y gordo. Luego continuó conla tarea de meter cosas en la mochila. Tomabaun casete del grupo Pur, uno de sus favoritos, lo guardaba, dudaba, losacaba, y no sabía si volver a meterlo en la mochila o dejarlo sobre lamesilla. Era difícil decidir qué llevarse para las vacaciones y qué dejaren casa. El gato grande, negro y gordo lo miraba atento, sentado en elalféizar de la ventana, su lugar favorito. —¿Guardé las gafas de...
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