la intimidad de unas paredes

Ricardo Contreras, Pintura fugada

En la entrada una pequeña puerta nos separa de la exposición, en ella el interior de una vivienda no deja de referirse también a un laberinto. Tres ambientesconectados por un pasillo albergan pinturas, fotografías, objetos y utilería cuidadosamente ubicada para hablar en diferentes sustratos con el espectador; Alicia ha pasado por aquí y ha dejado su rastrotambién en el reflejo evidente de los espejos y en el reloj que controla el corredor. Al inicio se exige hacerse pequeño porque adentro nos espera un mundo adornado para un niño a partir de un guiónsurrealista en el que parece prevalecer la escritura automática.

El álbum familiar, como fuente, ha establecido su propio género en el arte contemporáneo, que puede verse en algunos casos comouna etnografía del alma; en este sentido Contreras decide el tópico como eslabón inicial para su primera exhibición individual. Una intervención acompañada de una reconstrucción de la sala evoca unaidea de casa con sabor local. Residencias poco amigas del ocio y del encuentro aíslan a los individuos para la producción y la acumulación orientada a la rápida renta, espacios que tipifican el moldesocial de muchas familias bumanguesas parecen celdas de una colmena pero escarbando un poco se descubren realmente las avispas. En esta casa no hay una invitación a quedarse, se debe salir pronto, atrásquedan los recuerdos salpicados de dolor, de reiteración de los momentos felices que se convierten en tortura cuando se fijan de manera permanente e inmovilizan al que se queda atrás, en el pasado.La pintura como dispositivo plástico se presenta en algunos cuadros con tratamiento realista, en otros, como una crítica de la tradición en clave kitsch: comic, literatura fantástica y en ambasposibilidades las deformaciones orgánicas recuerdan algunos lugares comunes del surrealismo. Dos porta-retratos sobre una mesa presentan fotos manipuladas en su foco de nuevo ubicadas a la altura de los...