La isla de Gerde: Mentir, matar... morir

Páginas: 28 (6794 palabras) Publicado: 9 de abril de 2013
La isla de Gerde:
Mentir, matar… morir
Rosa María Moría Moreno Martos

Prólogo
Salió de la cama poniéndose la bata por encima del pijama y murmuraba mientras bajaba los
escalones que descendían hasta la misma puerta de entrada al escuchar el sonido de la tormenta que
tronaba fuera. ¿Quién podría tener ganas de visita a esas horas de la noche y con semejante
temporal? Abrió la puerta y secolocó correctamente las gafas sobre la nariz mi entras entrecerraba
los ojos para adivinar la silueta de quien se encontraba fuera, protegido por la oscuridad de la
noche. Aun con las gafas puestas, no reconoció al visitante hasta que una voz conocida se dirigió a
él con respeto. Era Samuel, un compañero de la universidad en la que Mr. Blake, como era
conocido entre compañeros de profesión yalumnos, impartía clases de antropología. Su joven
compañero carraspeó antes de comenzar a hablar y, cuando lo hizo, su voz sonó titubeante, sin
fuerza:
- Señor Blake, lamento irrumpir en su casa en mitad de la noche y sin haberle avisado pero…
tenemos un problema. –Mr. Blake se fijo en el gesto nervioso que demostraba retorciendo el
sombrero entre sus manos y supo que, ciertamente, teníanun problema.
Se movió a un lado para que su invitado pudiese pasar dentro de la casa, cosa que éste hizo
sin hacerse de rogar. Una vez dentro, Samuel le miró con culpabilidad, sin saber cómo empezar la
conversación. Era un asunto delicado que debía ser tratado con suavidad y discre ción. Mr. Blake,
poniéndose cada vez más nervioso a causa de la incertidumbre, pero sin atreverse a presionarle,cosa que su delicada educación de colegio inglés no le permitía, abrió la puerta de entrada al salón y
le dirigió a su compañero una mirada amable, acompañada de una leve sonrisa, apenas perceptible:
-¿Té?
- Por favor – Asintió éste, cruzando el umbral de la puerta abierta. Se quitó el abrigo y lo
enrolló en su brazo, sentándose en su sitio de siempre, una confortable butaca enfrente delsillón d el
maestro, como él lo llamaba. Samuel esperó a que el improvisado anfitrión volviese a la sala.
Cuando regresó, Samuel no levantó la cabeza, ni hizo gesto alguno de haber notado su presencia, ya
que estaba demasiado ocupado pensando las palabras adecuadas con las que debía comenzar su
discurso. De manera que, cuando Mr. Blake dejó la pequeña taza repleta de té y el azucarero en la
pequeñamesa que se interponía entre los asientos, Samuel dio un bote, sobresaltado y miró a su
compañero, enrojeciendo levemente:
- Gracias – murmuró. Alargó uno de sus brazos delgados y con mano temblorosa abrió el
azucarero, llenó completamente una primera cucharada y la mitad de la segunda para después coger
la taza y darle vueltas con la cucharilla mientras se recostaba en el sofá, con gesto másbien ausente.
El viejo pero enérgico profesor se sentó en su sillón y esperé con su eterna paciencia tan
característica a que su joven compañero se decidiese a hablar. Aquello se demoró bastante pero,
cuando Samuel se acabó la bebida y dejó la taza vacía nuevamente encima de la mesa, se le
acabaron las excusas para retrasar más el motivo de su visita. De manera que se incorporó un poco,
y secolocó con los codos apoyados en sus propias rodillas, entrelazó los dedos de sus manos y miró
fijamente a su interlocutor. Después de unos segundos, respiró hondo y tan solo pronunció una
frase:
- Lo han encontrado.
El profesor miró a su compañero durante un par de largos segundos antes de responder,
esbozando el principio de una sonrisa. Esa noticia no tenía nada de malo, no entendía lareacción de
su compañero.
- ¿Lo han... encontrado? Pero, Samuel, eso es fabuloso – A medida que hablaba, su sonrisa se
iba ensanchando - ¿O no? – Dudó el hombre, al ver la cara de circunstancias que le miraba desde la
butaca de enfrente.
- Escapó antes de que pudieran detenerle – Suspiró Samuel- Pero eso no es todo, profesor. No
estaba solo.

- ¿Cómo? – Por primera vez en toda la...
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