la isla de mas muñecas
- ANA CRISTINA BLUMENKRON Y ALEXIS PATIÑO -
Éramos 12 personas –entre primos, conocidos y amigos–. Reunimos una cantidad decente de alcohol y botana en las trajineras deXochimilco. El reloj marcaba las 12 am. Samantha, quien adora las cosas tenebrosas, trajo consigo unos recipientes de cerámica con velas para ambientar la reunión.
Nos internamos en los laberínticoscallejones acuáticos. El recorrido por las islas fue lento y largo. Mientras más nos metíamos, más solos nos encontrábamos. Nos rodeó la penumbra; de vez en cuando, alguna lancha de vigilantes quehacía su ronda, alumbraba el camino con una enorme lámpara, para checar que todo estuviera en orden.
La temperatura descendía minuto a minuto. Apenas se distinguían los contornos de los árboles quebordeaban el lago. A lo lejos pude escuchar a las vacas mugir de una forma tan peculiar que me provocó escalofríos. En la oscuridad, apenas alcanzamos a distinguir la silueta de un toro, que parecíaseguir el movimiento de la trajinera … “¡Es el minotauro del infierno!”, bromeó Sergio, y todos rieron, aunque juraría que sólo lo hicieron para disimular su miedo.
El camino de agua, antes apretado, sevolvió más amplio, y las chinampas se veían más solitarias. Mientras que en las anteriores había casas, para ese punto ya eran islotes más grandes y en su mayoría dedicados al cultivo o abandonados.Después de dos horas de camino, el trajinero gritó: “¡Ya llegamos!”, mientras acomodaba la embarcación al costado de una chinampa. Ahí estaba: la famosa Isla de las Muñecas. Envueltos en la oscuridadpisamos tierra, y caminamos por una vereda improvisada que era casi imposible de distinguir. Nuestra única fuente de luz eran las pantallas de nuestros celulares, que sólo contribuían a que todotuviera un aspecto aún más tétrico.
Sabíamos que iba a haber miles de muñecas, pero no así. No tantas colgadas del pelo, del cuello, sin brazos, sin piernas, con ojos a medio colgar, despojadas de su...
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