La llorona
Magaña
1°9
13003848
Cómputo II
Antonio Fuentes
“La llorona”
La llorona
Durante más de 500 años y aún en la época de los viajes espaciales y del calentamiento global, en muchas partes de México se sigue escuchando el eco de un
lamento. Una mujer vaga en medio de la noche, entre los terrenos baldíos, entre callejones con muros de tezontle o cantera, lamentando la muerte de sus hijos. Vestida
de blanco, con sus cabellos sueltos, esta mujer aún estremece a niños y ancianos,
desde el Bajío y hasta en el sureste de México. Es la Llorona. Esta antigua leyenda es la que todo niño mexicano sabe por boca de su abuelo o por la
de algún compañero de la escuela que ha querido jugarle alguna broma. Y hasta una canción al estilo de rock’n roll refleja la manera en que seguimos conviviendo con esta
mítica mujer.
La llorona es mucho más que un fantasma o una aparecida. No tiene nada qué ver con mujeres horribles de ojos sangrantes y dientes afilados. No es un ente paranormal ni
una loca que inspiró una historia. La llorona es una mujer sin rostro ni edad, compendio de muchos símbolos y deidades prehispánicas. Es una mujer condenada y, al mismo
tiempo, es diosa portadora de un mensaje funesto.
En “Visión de los vencidos”, libro escrito por Ángel María Garibay, se recogen los presagios que los mexicas, el imperio del México prehispánico, recibieron de sus
dioses antes de la llegada de los españoles. Uno de estos presagios hace referencia a
una mujer, la Cihuacóatl o mujer serpiente, que vagaba entre las amplias calles de la Gran Tenochtitlan gimiendo y lamentándose: “¡Mis muy queridos hijos, ya llega nuestra
partida, ya estamos a punto de perdernos! ¡Oh, hijos míos!, ¿a dónde os llevaré?” Curiosamente, con la conquista de los españoles, el eco de la Cihuacóatl se dispersó y
en cada región se fusionó con la imagen de varias deidades femeninas: Auicanime "la ...
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