la palabra

-“La palabra es la última forma de resistencia, el lenguaje no pueden quitárnoslo.”
Eso fue lo que dijo justo antes de ser fusilada aquella mañana del 3 de diciembre de 1944, mientras todos sus demás amigos y los presos que esperaban su castigo mortal aplaudían, con la cabeza alta, orgullosos de haber defendido lo correcto de la manera correcta.
Todo comenzó un 15 de mayo de 1940, después deque las primeras invasiones hubiesen tenido lugar. Carola empezó a pensar cómo podría colaborar en el bando de las víctimas de esa injusticia, de todos esos niños que soñaban con ser médicos, grandes deportistas, joyeros, banqueros, maestros, mujeres que se ocupaban día a día de su casa y de sus hijos, hombres que se pasaban jornadas enteras trabajando para llevar dinero a su familia, toda esagente que siendo tan humanos y tan personas como los demás, eran juzgados y condenados a muerte por el simple motivo de ser judíos.
Todo eso lo pensaba mientras miraba desde una de las ventanas de su estudio, situado en el centro de la ciudad de Berlín que daba a la calle de Unter den Linden, una de las principales de la capital. Desde allí veía como dos guardias de las SS desalojaban el bajo deun edificio comercial en el que varias familias de judíos llevaban meses escondidos. Les montaron en una camioneta, probablemente se dirigía a Auschwitz. La idea de que esa gente inocente fuese a morir, esos niños de poco más de cinco años muriesen sin razón después de haberles visto hacia un año jugando en la calle, no cabía en la cabeza de Carola.
Al día siguiente, estando en clase no dejaba dedar vueltas a lo ocurrido el día anterior, necesitaba decírselo a sus amigos, pero sentía miedo, ya que significaba arriesgarse a ser apresada si alguien contrario a sus ideas se enteraba y llegaba a oídos de los guardias nazis. Acabó el día y no había sido capaz de decir nada a nadie, ni a Sophie, su mejor amiga. Ya en casa se intentó tranquilizar y se puso rápidamente manos a la obra, unsentimiento de fortaleza y valentía inundó su cuerpo. Salió de su cuarto y le dijo a su madre que volvería en un rato, se dirigió a la imprenta del padre de Sophie y mandó que hiciese unas quinientas copias de una carta que había redactado nada más llegar de clase, no le dejó leer el contenido.
A las 8 de la mañana del siguiente día, el 17 de mayo de 1944, depositó numerosos montones con esos panfletospor todas las esquinas de la universidad, lo hacía disimuladamente, los llevaba todos guardados entre la chaqueta y su piel y los sacaba de pocos en pocos, posándolos sobre el suelo cada vez que hacia el amago de caerse. Media hora después más de 1000 alumnos entraban al edificio, ella observaba desde las escaleras que daban al departamento de Derecho Romano, donde se sentaba con todos sus amigoscada día antes de entrar al aula.
Poco a poco, los curiosos fueron agachándose para cogerlos, muchos de ellos ponían cara de asombro y escondían una pequeña sonrisa que demostraba su alegría, ya que por fin veían que alguien tenía el valor de luchar en contra del movimiento de Hitler. Otros tiraban el texto poco después de haber empezado a leerlo, puede que por miedo a que les culpasen deantinazis por aprobar lo expresado en esas líneas, o directamente porque les parecía que el autor de aquello debía de ser mandado a un campo de concentración al igual que todos los judíos. Y es que, esos papeles hablaban de la formación de un grupo de resistencia, de un grupo secreto de verdaderos humanos dispuestos incluso a dar la vida por acabar con los nazis, pero no un grupo armado, ni violento,sino de estudiantes clandestinos, encargados de impulsar esas ideas y de ayudar en todo lo posible a los escondidos de la ciudad.
Aunque fuesen una minoría esos que habían leído el panfleto hasta el final y habían sonreído disimuladamente, Carola estaba satisfecha.
Su mejor amiga al comienzo de la lección le comento que después de haber leído el escrito, había llegado a la conclusión de que...