La pasión de Jauna de Arco.

La pasión de Juana de Arco. De Carl Theodor Dreyer. 1928

Perspicázmente un crítico apuntó al “octavo arte” como hacer dinero del 7º. Carl Theodor Dreyer no se hízo rico con los réditos queprodujera su obra. Pero es mencionado como uno de los baluartes de la historia del cine.
1928 fue importante para la humanidad. Convalecientes de la Iª Guerra Mundial e inmediatamente anterior al“crak”del 29, Alexander Fleming descubre por un chocante casual la penicilína. Maurice Ravel estrena en París un “terco” Bolero. El joven violinista Jehudi Menuhim, con su Stradivarius, se gana al públicode San Francisco y New York. Frank Borzage, “el último romántico”, recibe un merecido Oscar a su labor dirigiendo “El Séptimo Cielo” y Luis Buñuel pasea su canina “Un Chien Andalou”… sin antes habervacunado contra la rabia del escándalo al público francés. Un público rígido que, envelesado con el “ fru-frú” de las sotanas y recordando el atronar de los cañones, por el momento mudos, de la pasadaGran Guerra, bendijera años antes la canonización de su heroína Juana de Arco. En esto la Societé Generale de Films en París se animó a repetir lo que en 1898 hiciera la Pathé figurando a Jeanned’Arc; encomendó a Dreyer lo que sería su último film mudo y, con el tiempo, la mejor película sobre tan “flamígera” santa. Ésta compilación de versados fragmentos del proceso a la joven y venerableguerrera fue, como toda la obra del danés, remisamente acogida en taquilla. Al poco de su estreno lenguas de un fuego (¡cómo no!) en el almacén que las guardaba lamió las copias del original existenteshasta que, en la década de los 80, un manicomio noruego dejase ver en sus archivos polvorientos una copia del original. La tersura en la piel de Jeanne D’arc será la que lucía la diva “de boulevard” (quenunca más cambiaría telones por pantallas) Renée (Melle) Falconetti. Transpariencia carnal y ojos con un brillo líquido que, exento de maquillaje por exigencia del austero Dreyer, fotografió...