La peor de todas, discurso

Yo, la peor de todas.
Muy buenos días jóvenes presentes, autoridades, seguidores de mis palabras y oyentes de mi predica. Gracias a todos por estar aquí.
Me presento hoy ante ustedes no con un finreligioso, sino más bien con un objetivo claro, con una profunda convicción de cambio. Me presento hoy para abogar por el derecho de la mujer a adquirir conocimientos, pues creo firmemente en elempoderamiento de la mujer; en su capacidad de crecer, libre en calidad de persona y pensamiento.
Lo sé, debe resultar extraño verme, en mi puesto de monja, abogar por un cambio tan significativoconsiderando la época en la que estamos, pero no me voy a callar y nadie tampoco callará mis letras. Decidí entrar a una orden religiosa porque nunca tuve intenciones de casarme, nunca me sentí atraída por elamor, porque la verdad de las cosas es que siempre he estado enamorada del saber. Solo una vida monástica me permitió dedicarme a mis estudios intelectuales. La orden de San Jerónimo me permitióestudiar, escribir, desarrollar estudios sobre teología, filosofía y humanidades. Estoy profundamente agradecida de mi orden, de mis mentores, de quienes han leído mis letras, han confiado en mí y me hanreconocido por ello, sin embargo, mi camino buscando el saber fue duro, exclusivamente por el único hecho de ser mujer. Debí aprender a leer y escribir a escondidas, con el miedo latente de quepudieran descubrirme y forzarme a perpetuar la imagen femenina que todos esperaban y esperan. Intenté, inclusive, ingresar a la universidad bajo una fachada de hombre, solo para saciar mi sed de saber. Hedecidido por mi cuenta tomar un camino religioso, dedicarme al prójimo y entregarme a Dios, sin embargo, en mis días de soledad, han sido mis letras quienes me han acompañado y me han proporcionadotranquilidad y sosiego para continuar mis días. Sepan que han sido mis libros mis mejores amigos, mis hojas mi sustento y mi lápiz una extensión más de mi cuerpo. Y cuento esto porque sé que, así...