La Pretensión





Ser pretensioso es quizás uno de tus defectos que más te hace sufrir, porque tu pretensión no te suelta un momento sino que te mantiene en vilo siempre, sin dejar que respires un instantecon libertad. Me refiero no en primer lugar a esa respiración del espíritu, que ensancha el horizonte de tu ser y lo pone a la vez en el ritmo que hace salir y entrar en ti al universo entero, sino ala simple respiración de tu cuerpo que exhala e inhala el aire que te rodea y sobre la cual ponen tanta atención las sabias tradiciones del Oriente.Es esta respiración la que tu pretensión te corta yentonces sientes esos ahogos súbitos, ese respirar difícil y estertóreo, como si de pronto tuvieses que tomar de nuevo aliento para reiniciar una vida que estuvo a punto de escaparse.Es la angustia,el angostamiento espasmódico, la contracción repentina de tus órganos internos que alojada sobre todo en tu pecho, oprime tu corazón como boa constrictor, como un anillo endiablado imposible dearrancar.No sabes, por cierto cómo durante tantos años habías permanecido ignorante de la causa última de tus padecimientos y también desconoces si ahora, al final de tu vida, podrás, armado de ese saber,herir de muerte al monstruo o si bajo esa arma no se esconde la peor de todas las pretensiones que has tenido, cual es la creencia que podrás ponerle final con tus propios medios.Recuerda que a vecesme decías:-hay un problema en mi y es que no puedo darme cuenta de la edad que tengo- y era como un presentimiento de ese saber que ahora se te ha hecho patente y se te ha manifestado con totalclaridad. Porque todo consiste en un cierto error de encuadramiento, una dislocación del objeto de tu mirada, que hace dirigir tu amor –mejor aún:la esperanza de obtener un amor correspondido - justo enel sujeto que jamás te podrá amar o, más crudamente, que jamás podra sentir deseos de ti: el beso o la ternura que reclamas y esperas.Es como si de esa niñita de la cual eres un simple conocido...