La publicidad crea necesidades
Por: JUAN FELIPE MEJÍA GIRALDO
Especialista en Gerencia de Mercadeo
Comunicador Social – Periodista
Publicista
Para iniciar este análisis, comenzaremos con una sencilla pregunta, la cual será analizada en el
transcurso del texto: ¿la publicidad puede crear necesidades?
Esta pregunta emerge a partir de la función de los productos propuesta en la definición
conductista de consumo: “relación que se establece entre un conjunto de bienes creados para
satisfacer un paquete de necesidades, como una relación estímulo ‐ respuesta”. Según esto los
productos son creados para satisfacer necesidades determinadas, pero esta definición no
trasciende la óptica utilitarista, ya que, como lo expresa García Canclini (1999), “no existe
correspondencia mecánica o natural entre necesidades y objetos supuestamente diseñados y
producidos para satisfacerlas”.
Para este autor el consumo trasciende lo material y lo define como “el conjunto de procesos
socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos”. Esta definición
propone que en el consumo confluyen varios factores, los cuales lo determinan, indicado que
consumir no es un mero acto instintivo y no se presenta igual en todos los seres humanos, sino
que está condicionado por la cultura. Zacipa Infante (2002) a su vez añade un elemento nuevo
cuando define al consumo como “un proceso en general inconsciente para el consumidor, y
decisivo para el publicista que debe manejar los estímulos del consumo”.
Abraham Maslow (1952) propuso un modelo de jerarquía para las necesidades, dividiéndolas en:
necesidades de tipo fisiológico o primarias y necesidades sociales o secundarias.
Las primeras se refieren a las que, sin su satisfacción, la vida es imposible: respiración,
alimentación, descanso, movilidad, sexo, también se pueden entender como necesidades
“básicas”.
Las segundas están en gran parte influidas por la presión social que ejerce el resto de los
individuos: anticipación o de seguridad, afiliación, pertenencia y amor, respeto y autoridad, y
autorrealización. Una de las generalizaciones que surge con esto es que todas las personas tienen necesidades
básicas, pero no todas llegarán a tener necesidades de mayor nivel. Cuando se han suplido las
básicas aparecen las superiores, que tendrán más importancia para la persona. Según Maslow las necesidades secundarias o sociales, si bien están en gran medida influidas por la
presión del otro, éstas no son creadas por dicha presión social, la sociedad sólo influye en la
norma y en el momento de su aparición.
Sobre este aspecto social, Hannah Arendt (1993) señala que “ninguna clase de vida humana ni
siquiera la del ermitaño, en la agreste naturaleza, resulta posible sin un mundo que directa o indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos”. Esta innegable realidad social del
ser humano permitie asegurar, incluso en la época actual, donde el individuo y no el grupo tiene
una mayor relevancia, que el otro sigue determinando los comportamientos individuales.
En el estadío del espejo propuesto por Lacan (1972), el sujeto forma su Yo reconociéndose por medio del otro, reflejándose en él, bajo la relación ese no soy yo, ese es otro. En gran medida el
otro es el que permite formar la visión del Yo, desde su reconocimiento. El primer otro que
emerge en la vida del ser humano es la madre, pero el gran Otro, que influye en la edificación del
Yo, interpretante mayor desde el cual se valora el mundo, es la cultura. ...
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