La sociedad de al‐Andalus hasta el fin del Califato La población andalusí era muy heterogénea. Determina la existencia de diversos grupos de población definidos espacialmente por razones religiosas, jurídicas y étnicas, el conjunto de las cuales produce una serie de situaciones socioeconómicas que completan la diferenciación de grupos sociales. Frente a la versión clásica que contempla una rápida fusión entre conquistadores y conquistados, Pierre Guichard afirma que en la España musulmana existían dos sociedades yuxtapuesta: la sociedad indígena y la árabe‐bebérer, situación que explicaría las grandes revueltas de esta época, tanto entre indígenas e invasores, árabes y bereberes, e incluso entre árabes (yemeníes y qasíes). Se contempla que en el siglo X la población sería de unos 5 millones de habitantes, de los cuales unos 700.000 serían invasores. A grandes rasgos, se establece una diferenciación básica, por razones religiosas, musulmanes y no musulmanes, tajante y creadora de situaciones jurídicas diferenciadas. El Islam sólo reconoce una clase social, la umma o comunidad de creyentes. En la umma, teóricamente, todos los creyentes son iguales, y tienen las mismas obligaciones y derechos, sin embargo, existen diferencias entre sus miembros, bien por razones étnicas (árabes o no), bien en función de la proximidad o lejanía de su conversión al Islam. En este último aspecto hay que destacar la diferencia entre el musulmán viejo y los conversos (musalima, y sus descendientes muwallad o muladíes). Entre los hispanos convertidos al Islam pueden distinguirse dos grupos diferencias: • La nobleza vitizana, que mantiene sus propiedades y acepta la nueva religión como medio para asegurar su preeminencia. Sin embargo, la igualdad sólo era teórica, lo que provocará numerosas tensiones y movimientos de rebeldía demandando igualdad de derechos. Destacamos los banu Hachchach, descendiente de Sala la Goda, que dirigieron la revuelta de Sevilla de finales del siglo IX o los banu Qasi que dominaron el valle del Ebro hasta el silgo X. • La masa de los siervos, colonos y pequeños propietarios que se adhieren al Islam con la esperanza de mejorar económica y socialmente. Las conversiones en el campo fueron más numerosas mientras que en las ciudades, mayor preparación cultural, influencia clerical, afecta menos el impuesto territorial, etc., limitaron el número de conversiones. Los árabes que llegaron a la península, tanto los primeros, llamados baladíes (a su vez, como ya hemos indicados, distinguimos entre qaysíes y yemeníes), como los chunds sirios llegados posteriormente, constituyen la verdadera aristocracia que se reservan las mejores tierras, con colonos y siervos que las cultivan y monopolizan las funciones militares y judiciales. Se consideran privilegiados y juntos luchan contra sus principales enemigos, los beréberes. A esta aristocracia pronto hay que añadir los árabes orientales (músicos, literatos y hombres de ciencia) que llegan a Córdoba traídos por Abderrahman II, y a los que se debe la orientalización de al‐Andalus. Lo beréberes fueron los invasores más numerosos, sin embargo, fueron utilizados por los árabes como auxiliares y, tras la conquista, quedaron relegados a las zonas menos urbanizadas, comarcas montañosas, con lo que se ven apartados de los altos cargos urbanos y de las fuentes de riquezas. La contradicción existente entre su situación real y los derechos que tiene como musulmanes y conquistadores es puesta en relieve por los predicadores jarichies del siglo VIII, que los lanzaron a la sublevación, siendo vencidos por los sirios de Balch. Tras esta derrota, los beréberes que permanecieron en la ...
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