La Tarea Psicoanalítica

La tarea psicoanalítica

El sueño es, pues, una psicosis, con todos los despropósitos, formaciones delirantes y espejismos sensoriales que ella supone. Por cierto que una psicosis de duración breve, inofensiva, hasta encargada de una función útil; es introducida con la asquiscencia de la persona y una acto de su volunta le pone término.
Puede ser deshecha y dejar sitio a la función normal.Sabemos mucha para preparar esta empresa. Según nuestra primisa, el yo tiene la tarea de obedecer a sus tres vasallajes; y mantener pese a todo su organización, afirmar su autonomía. La condición de los estados patológicos mencionados solo puede consistir en un debilitamiento relativo o absoluto del yo.
El más duro reclamo para el yo es probablemente sofrenar las exigencias pulsionales del ello, paralo cual tiene que solventar grandes gastos de contrainvestiduras. Ahora bien, también la exigencia del superyó puede volverse tan intensa e implacable que el yo quede paralizado frente a sus otras tareas. En los conflictos económicos que de ahí resultan vislumbramos que a menudo ello y superyó hacen causa común contra el oprimido yo, quien para consevar su norma quiere aferrarse a la realidadobjetiva. Si los dos primeros devienen demasiado fuertes, consiguen menguar y alterar la organización del yo hasta el punto de perturbar su vínculo correcto con la realidad objetiva.
Sobre estas intelecciones fundamos nuestro plan terapéutico.
El médico analista y el yo debilitado del enfermo, apuntalados en el mundo exterior objetivo deben formar un bando contra los enemigos, las exigenciaspulsionales del ello y la exigencias de la conciencia moral del superyó. Celebramos un pacto. El yo enfermo nos promete la mas cabal sinceridad y nostros le aseguramos la mas estricta discreción y ponemos a su servicio nuestra experiencia.
Nuestro saber debe remediar su no saber, debe devolver al yo del paciente el imperio sobre jurisdicciones perdidas de la vida anímica.
Para que el yo enfermo sea unaliado valioso de nuestro trabajo tiene conservar, desafiando toda la apertura a lo que lo someten los enemigos de él, cierto grado de coherencia, alguna intelección para las demandas de la realiad afectica.
Discernimos renunciar a nuestro plan en el psicótico.
Existe, sin embargo, otra clase enfermos psíquicos. El enorme número de neuróticos de padecimiento grave.
Pero su yo se ha mostrado capazde mayor resistencia, se ha desorganizado menos.
Con los neuróticos, entonces, concretamos aquel pacto. Lo comprometemos a observar la regla fundamental del psicoanálisis. Todo cuado le acuda a la mente, aunque sea desagradable decirlo, aún cuando le parezca sin importancia y hasta sin sentido.
Pero el papel de su yo no se limita a brindarnos, en obediencia pasiva, el material pedido y darcrédico a nuestra trducción de este. Lo mas asombroso es que el paciente debe considerar al analista en él un retorno de una persona importante de su infancia, de su pasado, y por eso transfiere sobre él sentimientos y reacciones que sin duda se referirían a ese arquetipo. Este hecho de la transferencia pronto demuestra ser un factor de insospechada significatividad.
Esta transferencia esambivalente, incluye actitutes positivas, tiernas, así como negativas, hostiles, hacia el analista, que por lo genera es puesto en el lugar de la pareja parental. Mientras es positiva nos presenta los mejores servicios. Altera la situación entera. En su lugar, entra en escena el propósito de agradar al analista, ganas su aprobación, su amor. Se convierte en el genuino resorte que pulsiona la colaboración delpaciente. Suspende sus síntomas, se pone sano en apariencia, sólo por amor al analista.
La relación transferencial conlleva, además, otras dos ventajas. Pone al analista también el poder que su superyó ejerce sobre el yo. Y entonces el nuevo superyó tiene oportunidad para una suerte de pseudoeducación del neurótico.
Es que el analista debe, no obstante sus empeños por mejorar y educar,...