Laborem Exercens
Está dirigida alos Obispos, Sacerdotes, familias religiosas, fieles católicos y a todos los Hombres de Buena Voluntad.
En medio de todos estos procesos —tanto del diagnóstico de la realidad social objetiva comotambién de las enseñanzas de la Iglesia en el ámbito de la compleja y variada cuestión social—
el problema del trabajo humano aparece naturalmente muchas veces. Es, de alguna manera,
un elemento fijotanto de la vida social como de las enseñanzas de la Iglesia. En esta
enseñanza, sin embargo, la atención al problema se remonta más allá de los últimos noventa
años. En efecto, la doctrina socialde la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura,
comenzando por el libro del Génesis y, en particular, en el Evangelio y en los escritos
apostólicos. Esa doctrina perteneció desde el principioa la enseñanza de la Iglesia misma, a su
concepción del hombre y de la vida social y, especialmente, a la moral social elaborada según
las necesidades de las distintas épocas. Este patrimoniotradicional ha sido después heredado y
desarrollado por las enseñanzas de los Pontífices sobre la moderna «cuestión social»,
empezando por la Encíclica Rerum Novarum. En el contexto de esta «cuestión»,la
profundización del problema del trabajo ha experimentado una continua puesta al día
conservando siempre aquella base cristiana de verdad que podemos llamar perenne.
Si en el presente documentovolvemos de nuevo sobre este problema —sin querer por lo
demás tocar todos los argumentos que a él se refieren— no es para recoger y repetir lo que ya
se encuentra en las enseñanzas de la Iglesia,sino más bien para poner de relieve —quizá más
de lo que se ha hecho hasta ahora— que el trabajo humano es una clave, quizá la clave
esencial, de toda la cuestión social, si tratamos de verla...
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