Landes 10 Por amor al lucro

A Landes, D. (1988). Cap. 10. Por amor al
lucro. (pp. 185-199). En La riqueza y la
pobreza de las naciones. España: Vergara.

CAPÍTULO

10
Por amor al lucro

.. .Nosotros,
los de Amsterdam
viajamos...
Dondequiera
que el beneficio nos lleve, a todos los mares
las costas
Por amor al lucro los puertos del ancho mundo
exploramos.
-JOOST

E

y

VON DEN VONDELl

n lo que respecta a países, Holanda
espequeña,
casi tan pequeña
como Portugal, y su tamaño difícilmente
alcanza para desempeñar el papel de gran imperialista.
En el 1500, los holandeses
eran cerca
de 1 millón; 150 años más tarde, el doble. Pequeñ~ pero potente,
en el
siglo XVIIla mitad de su población
vivía en ciudades,
un porcentaje
mayor que el de cualquier
otro lugar de Europa. Y activa: en 1627, un
observador
señaló que loscaminos terrestres
y los cursos de agua holandeses
estaban repletos,
"no hay en Roma tantos carruajes
(y Dios
sabe que hay muchos),
como carretas en este país, llenas de viajeros,
mientras que los canales que cruzan el territorio
de un lado a otro en
todas direcciones,
están cubiertos
por incontables
barcos".2 Aún más
imponentes
eran los puertos,
grandes y pequeños,
con enjambres
de
embarcaciones.
Paralos años 1560, la provincia
de Holanda,
solamente, poseía mil ochocientos
barcos de alta mar; seis veces más que los que
había tenido Venecia en el pico de su prosperidad,
un siglo antes. Alrededor de quinientos
de ellos estaban amarrados
en Amsterdam,
pero,
en realidad, toda la costa marítima era un alfiletero de mástiles, más de

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LA RIQUEZA Y LA POBREZA DE LAS NACIONES'

quinientoscargueros
dedicados
sólo al comercio
del arenque
y ubicados en su mayoría en pequeii.os puertos olvidados hace mucho tiempo:
Hoorn, Enkhuizen,
Medemblik.3
Una vez más, una pequeii.a nación europea se superó a sí misma,
y este logro reflejó tanto la capacidad
natural como el carácter altamente competitivo
del proceso de creación de las naciones de Europa. Por
sobre todo, el éxito holandés
reflejaba unaactitud hacia el trabajo y el
comercio
cuyo mejor ejemplo es el de la fábula de la Liebre y la Tortuga: es bueno tener premios y botines, pero lo que importa a largo plazo
(nunca olvidemos
el largo plazo) son aquellas pequeii.as ganancias,
de
bajo riesgo, que se van sumando
y no nos decepcionan.4
Para nosotros
es Holanda,
pero los holandeses
la llamaban
Provincias Unidas de los Países Bajos. Era unaconfederación,
la parte norte de una colección
de ciudades,
condados
y ducados que luego de
haber sido la civilización urbana más vital y precoz de la Europa septentrional, se transformó
en prenda y presa de acuerdos feudales y matrimoniales. A principios
del siglo XVII,Carlos V, emperador
del Sacro Imperio Romano
Germánico,
también
se transformó
en Rey de Espaii.a
debido al casamiento
de supadre Felipe con Juana, hija de Fernando
e
Isabel. Carlos trajo consigo,
en su canasta de títulos y soberanías,
el
Ducado de Borgoii.a (fruto de otra alianza feliz), el que, a su vez, tenía
dominio sobre los Países Bajos. De esta forma indirecta,
una de las más
ricas y cosmopolitas
áreas de Europa -centro
de la industria,
el comercio y las ideas, alejada de las servidumbres
señoriales,
y acostumbradaa
la diversidad
económica,
intelectual
y espiritualquedó sujeta a las
riendas cortas de los Habsburgo
españoles.
Una fuente de conflicto
irreconciliable
surgió debido a que el gobernante
de Espaii.a, obligado
por el pasado de su país, no podía tolerar nunca que en sus dominios se
practicara
abiertamente
el culto Protestante.5
Es ironía de la historia que los españoles y los holandeses
hayan
tenidoque luchar. Los Países Bajos (norte y sur) tenían mejores cosas
que hacer. Estos valerosos
burgueses,
marinos, pescadores
y campesinos se habían transformado
en los intermediarios
de la Europa septentrional. Importaban
y reexportaban
los productos
primarios
del Mar
del Norte, Escandinavia
y Europa Oriental:
granos, madera,
pescado,
sebo, alquitrán
y pieles; confeccionaban
tejidos de lana y...