las hormonas

Páginas: 8 (1998 palabras) Publicado: 29 de mayo de 2014
Crónica de Ernesto McCausland sojo
El día en que llovieron plátanos

"El Día de la Madre de 1996, a las seis y media de la mañana, Luis Alfredo Sierra acababa de comprar un pollo en el gallinero «El Polo», cuando se encontró con una tractomula de veinte toneladas que venía atravesando el arroyo Carrizal.
Luis Alfredo se frotó los ojos y volvió a mirar. Entonces no tuvo dudas: el monstruoautomotor se aprestaba a entrar en el pueblo.
Aquello parecía un espejismo. A La Junta, un poblado guajiro de apenas tres mil habitantes, separado de la civilización por una trocha extensa y pedregosa, solo entraban camperos y camionetas.
El camión se detuvo junto al hombre que llevaba un pollo en la mano. El sudoroso conductor preguntó:
—Tenga la bondad, señor, ¿dónde queda un montallantas poraquí?
“¿Montallantas?”, dice Luis Alfredo que pensó. “Esa palabra no es de por aquí”. Así dedujo que el conductor provenía de tierra fría, lo que corroboró al notar que la placa del camión era de Mosquera, Cundinamarca, en la altiplanicie bogotana, a un día por carretera de allí.
—Siga dos cuadras y cruce a la derecha —le indicó.
Tenía por qué saber: además de ser dueño y conductor de una de lascamionetas que llevaban pasajeros entre La Junta y el municipio de San Juan del Cesar, Luis Alfredo Sierra operaba en su casa la única llantería del pueblo y sus alrededores. La tractomula arrancó. Así, desde atrás, Luis Alfredo pudo ver por primera vez el colosal cargamento de plátanos.
A los pocos minutos le dio alcance en la llantería. El conductor, que iba acompañado por otros dos hombres conel mismo acento de tierras altas, le dijo a Luis Alfredo que tenía problemas con tres de las diez llantas del inmenso Brigadier. Luis Alfredo observó con disimulo los surcos de las ruedas y —a ojo de buen llantero— se dio cuenta de que todas estaban en perfecto estado. Pero no se atrevió a contradecir a los extraños visitantes.
Ellos le preguntaron si podían dejar la tractomula estacionada allímientras iban hasta Maicao, emporio de contrabandistas localizado a tres horas, donde dijeron que se proponían comprar tres «cauchos» nuevos. Disimulando temores y haciendo gala de su genuina cortesía juntera, Luis Alfredo aceptó.
De inmediato, los forasteros intentaron introducir el camión en el patio, donde funciona la llantería, pero el inmenso vehículo no cupo a través del portón de entrada,cosa que Luis Alfredo, de no haber estado tan asustado, les habría podido decir de antemano.
Entonces se vieron obligados a dejarlo afuera.
—No se preocupe que aquí no le pasa nada —aventuró Luis Alfredo—. Este es un pueblo sano.
Antes de que los hombres comenzaran a caminar hacia la carretera, en busca de un jeep que los transportara hasta Maicao, Luis Alfredo les dijo con timidez:
— ¿Seráque me pueden regalar un par de platanitos?
—Llénese dos costales y son suyos —le respondieron, y enseguida partieron, dejando a Luis Alfredo Sierra dominado por la intriga.
Seis días antes, el pueblo había sido asaltado por el frente 52 de las FARC. Los guerrilleros entraron al colegio, reunieron a alumnos y profesores en el parque —al lado del monumento a Simón Bolívar— y les dieron una charlade tres horas, en la cual les advirtieron a los profesores que no bebieran licor en las noches anteriores a sus clases y a los alumnos que no consumieran drogas. A los que desoyeran las advertencias les harían un juicio revolucionario. Luego, con pintura verde fluorescente, procedieron a escribir consignas revolucionarias en cuanto muro o fachada de casa encontraron disponible. Hasta la ventanamarroncita, inmortalizada por el cantante nativo Diomedes Díaz en una de sus primeras canciones, la misma en que este ídolo popular le había cantado tantas serenatas a su eterna novia, Patricia Acosta, quedó marcada con una leyenda que decía: “La revolución está viva” .
Prevenido como estaba con la guerrilla, Luis Alfredo sospechó primero que el cargamento de plátanos estuviera siendo...
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