Las Peleas Del Gallo

LAS PELEAS DEL GALLO

A mi amado Padre.

Apenas arrendamos una casa en la bella ciudad provinciana de Quilpué, casi en pleno centro, con un gran patio y árboles frutales, pensamos en la posibilidad de criar un perro.

Era una deuda que teníamos con mi amado hijo Günther, único varón entre tres hermanas. Él nunca había tenido la oportunidad de tener un perrito- dado a que casisiempre vivíamos en casas o departamentos sin patio- y era como una parte de su niñez y juventud que estaba trunca, no vivida y sin experiencias de ese tipo.

Le pregunté si quería tener un perrito y de inmediato le brillaron sus profundos ojos azules, con un sí gigantesco reflejado en su carita y en su ansiosa y entrecortada respiración.

Sin más demoras, un día soleado, un Lunes merecuerdo, como buenos hombres de acción, nos subimos al auto y nos fuimos a la Protectora de animales de Valparaíso, a ver las variadas ofertas de adopción canina que se ofrecían de distintas razas de perros, puras y mestizas.

Apenas la vimos nos gustó, grande y amarilla, de cejas café y ojos del mismo tono, mestiza, ovejera Belga; nos miró lánguidamente echada en el suelo junto a sus diezhermanos, cachorros que también esperaban adopción.

Luego,……. el consabido trámite en la protectora de animales y el control médico del can, demoraron apenas nuestras ganas de acariciar a la perra que mi hijo llamó cariñosamente “Lenka”

Hasta Mary, mi esposa; enemiga acérrima de todo tipo de mascotas se enterneció cuando vio la perrita, - debe ser porque son del mismo sexo pensé yo, - y sonreía escondidas socarronamente.

Tierna y amorosa, Lenka pasaba horas jugando con nuestro hijo, un mocetón de ya diecisiete años, que por días se olvidó del computador, la Televisión y los amigos y se transformó en su alma gemela, dejando aflorar en su diaria relación con su nueva amiga, todo su sentimiento y emoción de niño, prodigando su mejor tiempo y cariño a su entrañable y fielcompañera.

Hay antiguos dichos para todo tipo de cosas, yo no recuerdo el que corresponde en este caso, pero lo cierto es que la felicidad de comporta a veces como una montaña rusa, va y viene, sube y baja. Lo cierto es que Lenka enfermó de repente, dejó de comer y se debilitó, perdiendo el ánimo festivo y juguetón que era su característica principal y entristeció de paso a su joven amo, quesolidarizando con ella también decayó.

La llevamos al veterinario quien luego de una larga operación, y de dos días de cuidados intensivos nos comunicó su inevitable muerte.

Mi hijo, a pesar de su fuerza y de su ya metro ochenta de estatura, con “Lenka” muerta entre sus brazos, lloró amargamente, pasando largos minutos a solas con ella; pidiéndole quizás a Dios, que le diera un lugar en elparaíso perruno para alguna vez, con el tiempo, visitarla , y correr juntos nuevamente llenos de gozo y alegría.

Cuando triste y con los ojos arrasados por las lágrimas, mi hijo me comunicó la muerte de nuestra amada Lenka, vino a mi mente inmediatamente el recuerdo del gallo de mi Padre.

Les contaré,……… hace mucho tiempo atrás, mi Padre tenía en el patio de su casa, un pequeñogallinero con varias gallinas y un gran y majestuoso gallo colorado.

Grande, ágil y fuerte este colorido gallo atacaba a cualquiera que osara acercarse al gallinero con la temeraria idea de entrar en él; lo que hacía una misión casi imposible alimentar las gallinas o sacar sus hermosos y frescos huevos.

Mi Padre, ex-atleta, aún vital, joven, rápido y enérgico, tomó para sí esta doméstica laborcasera, ante las protestas de mi madre y de la nana, que con temor, no se atrevían a dejarse ver cerca del gallinero y menos entrar en él.

Día a día como un espectáculo circense, el gallo y mi Padre se agredían mutuamente, el gallo a picotazos, saltando y agitando sus grandes alas y mi Padre propinándole rápidas y certeras pataditas que lo mantenían a saludable distancia.

Mi Madre,...