librito

Las rosas de papá Pedro
Salía todos los Domingos a cuidar sus rosales como un acto sagrado, que constaba de varias fases que Pedro ejecutaba minuciosamente. Cada domingo se levantaba a las seis dela mañana, se ponía el overol, los guantes para jardinería, las botas de trabajar, bajaba la escalera de la casa que había construido con sus propias manos y se dedicaba a sus rosas. Mientras lasregaba y les cortaba la maleza, sus cuatro hijos, que después serían seis, lo observábamos desde distintos puntos del vasto jardín, a veces con total atención, a veces dándole un rápido vistazo con elrabillo del ojo mientras jugábamos. Para mi papá Pedro no había nada más importante que esas rosas los Domingos por la mañana; mamá Isabel gritaba entonces: “Leticia, vaya y pásele este juguito a supapá”, y mi hermana mayor obedecía, como pocas veces, porque en cuestiones de rosas la desobediencia no es una opción.
Cuando llegábamos del colegio nos gustaba jugar por toda la casa, corriendo de aquípara allá, haciendo uno que otro oficio leve, e imaginando infinidad de historias y explicaciones fantásticas al mundo que nos rodeaba. Sin embargo, esto no era imaginario, era tan real que hasta mamáIsabel supo de su existencia. Era viernes, y sabíamos que papá Pedro iba a salir con los amigos mientras nosotros jugábamos hasta tarde por todo el lugar. Fue entonces cuando Arturo, el menor, sequedó mirando fijamente los rosales, que parecían moverse por una fuerza ajena al viento, que los sacudía desde las raíces, no desde las ramas. Fue entonces cuando Hilda gritó: “es el diablo, es eldiablo, estoy segura”, y todos nos asustamos mucho, porque cada Domingo después de jugar y cuidar las rosas, cuidar las rosas y jugar, nos íbamos a la iglesia a que nos hablaran de esa criatura espantosaque vivía entre las rosas de mi papá, o eso creímos de momento. Entonces, tuve una “brillante” idea; lanzarle los cubiertos de la casa al diablo para que se espantara, y como mis hermanos lo...