Licenciada

Vivir y convivir

Dice el profesor Siklar –y tiene razón- que el lenguaje mismo con el que se habla de la crisis educativa es ya de suyo, al menos generalmente, un lenguaje en crisis. Por eso ladiscusión y el debate se pierden entre las ramas de una enredadera insondable, en lugar de enfocar bien las baterías de la acción y actuar en consecuencia.

Creo que tiene razón cuando afirma que esnecesario formular bien la cuestión y, por tanto, se pregunta con Jacques Derrida ¿se puede enseñar a vivir? Más aún: ¿Se puede enseñar a vivir y a convivir?

En el fondo de esas preguntas –sobretodo de la segunda- subyace un tema que estimo fundamental para un planteamiento correcto y un desarrollo exitoso de políticas públicas adecuadas para tener éxito en el propósito de resolver elproblema, más allá de las apariencias que ofrece, por lo regular, el lenguaje oficial.

Digo lo anterior porque en escena aparecen actores que comúnmente tienden a ser segregados: la comunidad y losindividuos, componentes suyos, que se constituyen en objeto y sujeto del quehacer educativo, y dejan de ser receptores pasivos de una acción basada en un esquema vertical que, consciente o inconscientemente,transmite un mensaje autoritario que muy poco se corresponde con la formación democrática que se necesita.

Esa irrupción –a mi juicio imprescindible- implica un giro profundo en la tradicióneducativa, porque rompe con la corriente que contempla a la educación como vehículo para transmitir el saber de una generación a otra, proceso en el que, como recuerda Siklar, suele olvidarse que existeuna acumulación paulatina de saber que, por un lado, implica “infidencia” del heredero, en tanto que no es fiel guardián del acervo recibido, sino que –por fortuna- lo modifica, acrecienta y depura, altiempo en que se convierte, por sí mismo, en tradición que habrá de ser heredada.

Así, enseñar y aprender a vivir y convivir, implica, como también dice Derrida, citado por Siklar: “Aprender a...