Licenciado

Cristina Sánchez Celaya Grupo: 303
LA NOCHE BOCA ARRIBA
A mitad del lago zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y seapuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla, en la joyería vio que eran las nueve menos diez. El sol se filtraba entre los altosedificios y él montó en la esquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.
Dejó pasar los ministerios y la serie de comercios de la calle Central, entraba enla parte más agradable del trayecto: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, se dejó llevar por la tersura, por la levecrispación de ese día apenas empezado. Su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, frenócon el pie y con la mano desviándose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión.
Volvió del desmayo. Cuatro o cinco hombres lo estaban sacando de la moto, ledolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer,mientras lo llevaban hasta una farmacia próxima, supo que no tenía más que rasguños en las piernas. “Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado…”
La ambulancia policialllegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla donde pudo tenderse a gusto. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre, se lamió los labios para beberla. Se sentíabien; unas semanas quieto y nada más.
El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. El vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. La náusea volvía...