literatura

En los caminos de ésta vida suele haber personas que adoran, va, que se les hace más fácil ser organizados, por ese motivo van anotando en agendas, hojas o lo que fuere sus quehaceres… En mi opinión, está mal… se te pierde la agenda y ¿que haces?... nadie puede imaginar que puede llevar a un caso fatal…
Éste es el caso de Juan Villareal, un hombre trabajador, con una mujer estructurada y firme,padre de unos hijos maravillosos, organizado y bajo ningún aspecto irresponsable… éste hombre sí que no perdía el tiempo, hacía lo que tenía que hacer y nada más. Siempre acompañado por su fiel agenda de cuero marrón con un sierre muy paquete haciendo juego que encajaba a la perfección.
Tal es así que, un trece de agosto de casualidad martes, al verse obligado a comenzar su diaria rutina selevantó como de costumbre a las seis de la mañana, tomó su desayuno, lavó sus dientes y derechito al trabajo. Una vez ya sentado en su oficina, comenzaron los llamados telefónicos pidiendo citas con el abogado más prestigioso de ese pequeño pueblo qué, asesorado por su agenda siempre encontraba tiempo para sus clientes.- Pero vale comentar que éste educado hombre, además de tener un trabajofascinante, era un hombre depresivo nervioso y requería de citas con especialistas para tratar su defectuosa enfermedad-. Solía aprenderse los horarios de las semanas entrantes, con que clientes le tocaba, juicios, etc. pero al paso de ese día tan agotador tuvo que postergar algunos asuntos entonces, coloca su portafolio sobre su mesa, dispuesto a sacar su agenda con querencia y utilizar su querida agenda.Lamento comunicar, querido público, que su agenda no se hallaba en su portafolio de alta seguridad. Desesperado por este inimaginable suceso, comenzó a buscar por todas partes pero ésta no aparecía. Ya no sabía que hacer, llamaba a su secretaria, a su mujer, a sus padres… se estaba enloqueciendo. Acalorado ya, recorría todas las posibles calles donde se le podría haber caído. Se pasó el día enterotratando de localizar la agenda hasta que se dio por vencido… su próxima semana ya estaba perdida. Se dedicó el resto de los días de la semana que le quedaba a sus quehaceres ya memorizados, tuvo sus dos citas semanales con su psicólogo y éste recomendó al paciente que comprara otra agenda y comenzara devuelta… Juan, un poco revuelto, reprimido, agobiado y nervioso decidió hacerle caso. Con esteobjetivo, se dirigió hacia una librería en busca de una agenda lo más parecida posible a la anterior, la cual no pudo hallar. No le quedó más remedio que elegir y comprar alguna de las opciones disponibles.
Desconcertado, ingresó a su hogar, colgó su tapado en el perchero, dejó su portafolio y algunos libros sobre la mesa, y se fue a dormir con la esperanza de volver a tener la tranquilidad quehabía adquirido a lo largo del tiempo.
Al levantarse el día lunes, un día especialmente feo a causa del clima; nublado, húmedo y frío. Tomó una ducha, se vistió, desayunó y, como de costumbre, marchó al trabajo. Pasó su, ahora, agobiante carga horaria trabajando duro pero mal, triste… estaba vacío. Regresó a casa, cansado y aturdido, y se fue directo a la cama sin hacer nada más. Esa noche, nopudo dormir. Al día siguiente, se levantó de repente y enloquecidamente a levantar a sus hijos (Rafa y Agus) y a su mujer, les dijo que no había tiempo, que no tenían más de una hora para desalojar la casa. Mientras su querida familia armaba los bolsos y preparaban velozmente algo para comer, él se puso en busca de su más reciente agenda qué, nuevamente, había desaparecido. Enfurecido comenzó acorrer con dirección a la residencia de su trabajo, corrió y corrió sin parar, tomó avenida Santa Fe, dobló a la izquierda en Ayacucho y ahí estaba ese majestuoso edificio en el que se internaba horas y horas a trabajar. Rompió los vidrios de la puerta, ingresó al mismo y comenzó a subir escaleras arriba ya que el ascensor estaba descompuesto, ocho pisos serían suficientes para cansarse pero no,...