Literatura
Por esas casualidades de la vida,al salir de mi cuarto, satisfecho por mi “logro”, me encuentro en el camino con Ludho, un buen amigo, fanático de Gabo, y comienza a relatarme sobre “El coronel no tiene quien le escriba”,
- Acabode leerla y esa obra, auque corta, no hizo más que confirmar mi admiración por el gran García Márquez-. Me dijo al final de su relato.
Relataba de una manera tan acalorada y locuaz que me dieronganas de leer esa obra; le propuse festejar, porque ambos habíamos terminado de leer nuestras obras, nos fuimos a la “Casa Sobria”-bonito nombre para un bar-. En el camino compartíamos nuestrasimpresiones sobre nuestras lecturas mientras nos fumábamos un par de exquisitos cigarrillos “Slims”.
Llegamos por fin a la Casa Sobria, eran las siete de la noche, y el ambiente estaba tranquilo; unasdiez mesas redondas con sus respectivos cuatro bancos llenaban el circular y amplio local; el piso negro, la luz tenue y la lenta música pop -estaba sonando “Es por ti de Cómplices”- le daban un airecálido al bar, esa calidez me hace asiduo cliente de la “Casa Sobria” le comenté a Ludho. Estaban ocupadas solo tres mesas, decidimos ir al fondo; el mesero nos alcanza la carta y Ludho le indicaque no es necesario, que nos traiga dos cervezas Pilsen, “al tiempo” y es que no le agrada la cerveza helada.
Fumando, chupando y hablando de literatura, nos la pasamos a gustito; yo me sentíamareado y al mismo tiempo ansioso de irme y Ludho estaba distraído. Como que luego de dos horas de conversación y seis botellas vacías en nuestra mesa, ya no había mas que decir, le sugerí irnos y el...
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