Lo inconsciente
LO INCONSCIENTE
1915
Sigmund Freud
Edición electrónica de
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Filosofía Universidad ARCIS.
w ww.philosophia.cl / E scuela de F i loso fía Universidad ARCIS.
LO INCONSCIENTE1
Sigmund Freud
El psicoanálisis nos ha revelado que la esencia del proceso de la represión
no consiste en suprimir y destruir una idea que representa al instinto, sino en im‐
pedirle hacerse consciente. Decimos entonces que dicha idea está en un estado de
ser «inconsciente» y tenemos pruebas de que, aun siéndolo, puede producir deter‐
minados efectos, que acaban por llegar a la conciencia. Todo lo reprimido tiene que
permanecer inconsciente; pero queremos dejar sentado desde un principio que no
forma por sí solo todo el contenido de lo inconsciente. Lo inconsciente tiene un
alcance más amplio, lo reprimido es, por tanto, una parte de lo inconsciente.
¿Cómo llegar al conocimiento de lo inconsciente? Sólo lo conocemos como
consciente; esto es, después que ha experimentado una transformación o traduc‐ción a lo consciente. La labor psicoanalítica nos muestra cotidianamente la posibili‐
dad de tal traducción. Para llevarla a cabo es necesario que el analizado venza
determinadas resistencias, las mismas que, a su tiempo, reprimieron el material de
que se trate, rechazándolo de lo consciente.
I. Justificación del concepto de lo inconsciente.
Desde muy diversos sectores se nos ha discutido el derecho a aceptar la
existencia de un psiquismo inconsciente y a laborar científicamente con esta hipó‐
tesis. Contra esta opinión podemos argüir que la hipótesis de la existencia de lo
inconsciente es necesaria y legítima, y, además, que poseemos múltiples pruebas
de su exactitud. Es necesaria, porque los datos de la conciencia son altamente
incompletos. Tanto en los sanos como en los enfermos surgen con frecuencia actos
psíquicos cuya explicación presupone otros de los que la conciencia no nos ofrece
testimonio alguno. Actos de este género son no sólo los actos fallidos y los sueños
de los individuos sanos, sino también todos aquellos que calificamos de un sínto‐
ma psíquico o de una obsesión en los enfermos. Nuestra cotidiana experiencia
personal nos muestra ocurrencias cuyo origen desconocemos y conclusiones inte‐
lectuales cuya elaboración ignoramos.
Das Unbewusste, en alemán el original, en Int. Z. Psychoana., 3 (4), 189‐203 y (5), 257‐269, 1915.
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Todos estos actos conscientes resultarán faltos de sentido y coherencia si
mantenemos la teoría de que la totalidad de nuestros actos psíquicos ha de sernos
dada a conocer por nuestra conciencia y, en cambio, quedarán ordenados dentro de
un conjunto coherente e inteligible si interpolamos entre ellos los actos incons‐cientes que hemos inferido. Esta ganancia de sentido constituye, de por sí, motivo
justificado para traspasar los límites de la experiencia directa. Y si luego compro‐
bamos que tomando como base la existencia de un psiquismo inconsciente pode‐
mos estructurar un procedimiento eficacísimo, por medio del cual influir adecua‐damente sobre el curso de los procesos conscientes, este éxito nos dará una prueba
irrebatible de la exactitud de nuestra hipótesis. Habremos de situarnos entonces en
el punto de vista de que no es sino una pretensión insostenible el exigir que todo lo
que sucede en lo psíquico haya de ser conocido por la conciencia.
También podemos aducir, en apoyo de la existencia de un estado psíquico ...
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