los brazos de la niebla


LOS BRAZOS DE LA NIEBLA
Esmildo Pastén Torres


En aquel despejado y frío amanecer de invierno, tan solo iluminado por el débil clarear de una cuantas estrellas que se negaban a morir en la inmensidad del cielo, nada hacía presagiar, aún en ladormida comunidad minera, la tragedia que se viviría horas más tarde en las entrañas de la montaña andacollina.
Como cada día, en casa de don Choche, en medio de la Población Obrera, la jornada comenzaba con las primeras luces del amanecer. Doña Clementina, a eso de las seis y media ya tenía servido el desayuno y preparada la lonchera de su compañero de vida y padre de suscuatro hijos; todos en edad de escuela. Quien junto a su vecino y compadre, a quien le decían cariñosamente “El Flaco Manguera”, emprenderían prontamente, al igual que todas las mañanas, el camino hacia las minas del Culebrón en búsqueda del preciado metal.
Don Choche, luego de acomodarse la lonchera en su hombro, y de insistir a viva voz desde la puerta, que elLeo, su hijo mayor, no se retrase con la vianda a la hora de almuerzo, se despide de doña Clementina con un breve chao vieja, al tiempo que, cierra la puerta de calle tirando de una vieja cadena amarrada con alambre de pasto que colgaba hacia fuera por un portillo. Mientras que su vecino y compadre, ya lo esperaba en la calle sobándose las manos y acercándoselas a su boca para recibir elhumeante calor de su aliento, a causa del frío y de la escarcha mañanera. Luego de saludarse con el simple lenguaje de los amigos, un ademán que vale por mil palabras, emprenden el camino en dirección al cerro. Al cruzar el amplio patio de la Población, el mismo que guarda sus mejores secretos de amor y juventud junto a los juegos y la terraza frente a la Pulpería, los primeros rayos del sol se abrenpaso por sobre la cordillera, dejando ver con su claridad los brazos de la niebla que a esa hora se asomaban por la quebrada del cerro que lleva a Altamira y también los que bajaban junto a la Cueva del Diablo, en lo alto de los Caletones; que a decir de los habitantes del pueblo, son los fatídicos brazos de la muerte que se vienen a llevar, de cuando en cuando, a un hijo de la montaña. Porlo que esta situación no dejan indiferentes a los dos amigos, que al pasar frente al cementerio, antes de tomar la bajada que los lleva al barrio Sanidad, en silencio, sus miradas se entre cruzan, pues saben en sus corazones, tal como lo aprendieron siendo niños, que es un presagio de muerte para un hijo del pueblo.
Bien adentrada la mañana, la niebla y susmisteriosos brazos, aún iban y venían una y otra vez por las quebradas y laderas de los cerros; tan pronto vigorosa, amenazante y elocuente blancura envolvente, luego claridad diáfana, cual misterioso fantasma desaparecido. Cierta inquietud se sentía en el aire y nadie quería creer en lo inevitable; el lenguaje de lo sobrenatural, de lo desconocido y del misterio, se apoderó nuevamente de la gente,tal como se repite hasta el día de hoy, toda vez que los brazos de la niebla aparecen y se disipan como el pensamiento. Los más antiguos recuerdan que para los sucesos de La Flor de Té, la niebla cada día y cada noche estuvo escondida detrás de los cerros, pero nunca se dejó ver, pues los destinos en medio de la oscuridad y el silencio de las profundidades de la montaña de aquellos mineros, siempreseñalaron la luz de la vida y del nuevo amanecer para los mineros de ese ayer.
A eso de las once de la mañana, Leo, el mayor de don Choche, como tantos niños del pueblo, estaba autorizado, a solicitud de sus padres, para retirarse un poco antes de la escuela, con la finalidad de cumplir su oficio de viandero. Era el encargado de llevar la vianda con el almuerzo a...