Los funerales del presidente
Carlos Alberto Montaner
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Los Funerales del Presidente .
LOS FUNERALES DEL PRESIDENTE (CUENTO)
por Orlando Urdaneta
A mi valientes amigos Josué(+), Vargas y Brazón
Los funerales del presidente jamás serían olvidados. Pero nadie como yo, para llevar ese recuerdo,como una permanente obsesión, como una constante derrotista. Una sensación de fracaso que no me abandonó en momento alguno. No para dormir, no para divertirme, no para comer ni para hacer mis otras cosas. No había cielo azul, ni paseo. No había hora, ni desahogo. No había cama, sexo, juerga, risa, donde no se atravesara. Y no era el esperado y tan deseado deceso, del Zar de la Pantalla Oficialista.No.
Era, y pregúntenme porqué, el recuerdo de la danza de la sombra. De las sombras. Las miles de sombras. Las formas y figuras que su irregular dinámica proyectaba en el suelo. Como coreografiada por un Lindsay Kemp, tapa amarilla, millares de personas, por la estrechez del corredor, signado por las lluvias, se obligaban a transitar de una en fondo, dentro del viejo camposanto. Así searrastraban esas manchas oscuras y ondulantes. Como lenguas moradas de diferentes grises se acostaban con pereza sobre las irregularidades del terreno. Subían por las extremidades truncas, bajaban por las cabezas decapitadas, hacían perfecto equilibrio al borde de un ala y se metían dentro de la cavidad de una pavesa gigante, olvidada de llama hacía mucho tiempo. Allí albergaban o desaparecían pos segundoscomo para descansar antes de reiniciar su reptar dolido.
Pero en todo momento sin adelantarse. Sin empujar, como acostumbraban hacerlo a las entradas del mercado popular, para arrebatar las mejores ofertas a quienes se quedaban atrás. En esta ocasión no. No. En esta solemne ocasión, su tránsito era lento. Respetuosas sombras seguidas, rítmicamente, de sombras respetuosas que a su vez adelantabancon lentitud a otras respetuosas sombras. Mantenían su tempo. Cansosas. Luctuosas. Siempre, cinco pasos detrás de los perros.
Una digna representació n de la brigada canina miliciana, ¨Comandante Nevado¨ que portando un brazalete negro en su pata delantera izquierda, conformaba la primera delegación detrás del Féretro Presidencial.
Marchaban al paso… quierd… quierd… quierderechaizquier d…jadeaban y lamían con prusiano rigor castrense. Con respetuosa actitud funeraria, la sangre que aun manaba por las rendijas del cajón.
Esto seria reseñado en prensa nacional, en la internacional. En los libros de medicina y en las más prestigiosas revistas del exclusivo mundillo de magazines por suscripción de los coleccionistas y amantes de la cultura canina. Una urna de primerísima calidad, diseñadaa pedido, por Máximo Carnales con incrustaciones en laca de Romulo Perez. La variable era, según el ministro de salud, que, como ningún muerto sangraba, no había permitido ver antes, que los sarcófagos, en sus juntas o uniones, esquinas y remaches, no sellan, herméticamente, como blindajes. Que dejan claros, o luces, como las llamó un arquitecto restaurador, por las cuales, hoy, desfilaban loscordoncillos de sangre. Y según las inclinaciones, hacia uno y otro lado, producidas por las cuestas escarpadas de las antiguas tumbas y por las incomodidades del terreno, por mucho que quisieran meterle el hombro, era imposible mantener la horizontalidad. El Arquithectural Digest de ese bimestre dedicaría un bizarro estudio socio-geológico a la topografía provocada, por los trozos de los...
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