Los Patanes Del Amor

LOS PATANES DEL AMOR

La historia empieza meses antes, en mi clase de Patología clínica donde para pasar lista a un grupo tan numeroso, nos acomodaban por apellidos; así me tocó estar junto a un muchacho que llevaba el mismo apellido que yo. En términos generales, soy bastante seria y tardo un poco en tomar confianza con la gente, pero pronto me hice amiga de mi compañero de asiento, al quellamaré Edmundo, todo un buen partidito para aquellas en sus 20's: él era el deportista que platica con todos, niño de mami, viajes por todo el mundo, camisas de marca, fiestas en casa cada finde, notas buenas aunque no sobresalientes, sonrisa carismática y novio de una linda francesa...Yo seguía siendo la niña misteriosa que habla poco en clase, la lectora compulsiva que pone más atención en lasmaterias de psiquiatría, la que tiene pocos amigos y muy extraños, de la que casi nadie conoce pero algunos -aún- hablan.En realidad Edmundo y yo teníamos muchas cosas en común, más de las que en un principio creí y pronto me comenzó a interesar de otra manera, una más romántica. Entre clases nos hicimos más amigos, todos sabían de mi novio en el DF y todos sabíamos de su novia en París, así quehabía un flirt muy discreto entre los dos. Planeamos un viaje a Cuba, fui a verlo jugar fútbol en varios partidos (¡¡qué glúteos, carajo!!), me invitó a comer a su casa, hacíamos tareas juntos. En cuanto a los trabajos en hospital, lo dejé de lado. Odio tener un chico que me guste cerca cuando estoy con paciente o más compañeros. En realidad todo era como un romance expresso estudiantil. Me hacía reírmucho, lo recuerdo bien. Una mañana me preguntó qué cosa me atraía en un chico. Le respondí describiendo a mi entonces novio y luego me dí cuenta que en realidad lo estaba describiendo a él, a Edmundo. "Shit" -pensé. "Va a creer que le estoy lanzando la onda. Bueno, ya ni modo."Días después fuimos a una fiesta, pero él no intentó nada y la verdad, yo menos. No me gusta forzar los encuentros. Perosus amigos preguntaban cosas sobre quién de la fiesta me gustaba. Infantiladas. ¿¡Veintitantos años y jugando a eso!? Nada más falta que saquen una botella y girarla para ver quien besa a quién ¿no? Así que M.B. no dio nada de información. SI Edmundo quiere algo conmigo, que me lo pregunte... Eso hizo. Días después.Llegó mi cumpleaños. Era sábado pero teníamos clases. Salimos a eso de las 14 horasy me invitó a comer a un restaurante italiano. Dulce de su parte. Entre la comida me dijo un choro que nunca había escuchado antes.E: ¿nunca has engañado a tu novio?M: ¿qué? No. No que yo recuerde, ja (tratando de reaccionar simple, pero a este punto ya me olía a donde iba...).E: ¿y nunca has pensado en "ponerle el cuerno"?M: bueno, pues la verdad hay veces que a una le pasan cosas por la mente,pero nada en particular, nunca lo he hecho, ya deja de preguntarme tantas cosas.E con tono demandante: No se enteraría.M: No es el punto (y ahí el ambiente se tornó de pronto, pesadito).E: Es que si tú quisieras hacer algo, él no tendría porque enterarse. Ni él ni nadie más.M: ¿Hacer algo? ¿Nadie más? Edmundo, qué estás diciendo (yo tenía mil preguntas pero también me sospechaba las respuestas ymejor me fui directa), ¿quieres algo conmigo o qué?E: No, yo sólo digo que cuando a un hombre le gusta una mujer, los novios salen sobrando y nadie tiene que enterarse...M: a ver, las cosas claras. Dime ya, a que va todo esto, yo sí sé, pero ¿tú?E: Ya sabes..., pues yo sólo digo que yo soy hombre y tú mujer... si queremos hacer algo...M se levanta de la mesa y se despide. Ciao, Edmundo. Gransonrisa, media vuelta y camino a la salida.En ese momento me sentí bien por haberlo dejado ahí con su charla incoherente con matices de "vamos-a-acostarnos" y luego... luego me sentí como una perdedora patética. Creí que le gustaba, que le había interesado mi plática todo este tiempo, que me veía como una colega inteligente, bella y que le gustaba, así como él a mí. Nein.Muchacho, manejaste mal la...