Los Peces No Cierran Los Ojos

Páginas: 98 (24443 palabras) Publicado: 14 de febrero de 2016
Un hombre de sesenta años
recuerda el último verano de la
infancia en una isla cerca de su
Nápoles natal, cuando acababa de
cumplir los diez, esa edad en la que
la inquietud y el deseo de crecer son
muy fuertes, pero topan con el
cascarón de un cuerpo todavía
infantil. Lejos de la escuela y en
compañía de un pescador parco en
palabras, el chico va tomando las
medidas del mundo que lo rodea, a
lavez que aprende el arte de vivir de
la mano de los libros de su padre.
No obstante, hay una palabra en

concreto que se le resiste y le causa
rechazo cada vez que la encuentra
escrita: «el verbo amar».
Mientras lee y hace crucigramas en
la playa, una chica del norte que
devora novelas policíacas, como
hacía su abuela, le llama la atención.
Los dos traban pronto amistad y
pasan las horas de calorcomiendo
helados, debatiendo sobre el mundo
de los adultos y las pasiones en el
reino animal. Su relación despierta la
envidia
de
una
pandilla
de
muchachos algo mayores a quienes
se
atreve
a
desafiar,
con
consecuencias que no serán las

esperadas… Pero en contrapartida,
su derrota servirá al muchacho para
descubrir que las heridas se curan
mejor al calor de las historias
familiares que le cuentasu madre y
al contacto de la mano amiga de una
chica, la misma a la que, aun sin
comprendelas del todo, dedicará
sus primeras palabras de amor.

Erri De Luca

Los peces no
cierran los ojos
ePUB r1.2

lezer 26.09.13

Título original: I pesci non chiudono gli
occhi
Erri De Luca, 2011
Traducción: Carlos Gumpert Melgosa
Fotografía de portada: Sergio Larrain.
Magnun Photos
Editor digital: lezerCorrección de erratas: leyendoaver
ePub base r1.0

¿De qué sirve besar tu polvo?
Yo soy tu polvo.
ITZIK MANGER

—Te lo voy a decir una vez y ya es
demasiado: enjuágate las manos en mar
antes de poner el cebo en el anzuelo. El
pez nota el olor, rehuye el bocado que
viene de tierra. Haz exactamente lo que
veas hacer, sin esperar a que nadie te lo
diga. En el mar no es como en el
colegio, no hayprofesores que valgan.
Está el mar y estás tú. Y el mar no
enseña nada, el mar hace, y a su manera.
Escribo en italiano sus frases y todas
juntas. Cuando las decía eran escollos

separados con muchas olas entre
medias. Las escribo en italiano; sin su
voz pronunciándolas en dialecto suenan
apagadas.
Empezaba a menudo con una «y». En
el colegio nos enseñan que no se
empieza un período con unaconjunción.
Para él, la frase era la continuación de
otra que había dicho una hora, un día
antes. Hablaba poco, con anchos
espacios
de
silencio,
mientras
despachaba las tareas de una barca de
pesca. Para él se trataba de un único
razonamiento, que de vez en cuando se
desprendía de su boca con la «y», letra
que al escribirla dibuja un nudo.

Aprendí de su voz a empezar muchas
frases con una conjunción.

Veíaalgo bueno en mi, niño de ciudad
que en verano acababa en la isla. Bajaba
a la playa de los pescadores, me pasaba
las tardes mirando el ajetreo de las
barcas. Con permiso de mamá, podía
montar en una de las más largas, con
remos gruesos como árboles jóvenes. A
bordo no hacía casi nada, el pescador se
dejaba ayudar en algunas maniobras y
me había enseñado a mover los remos,
el doble de grandes queyo,
permaneciendo de pie y empujándolos

con mi peso con los brazos extendidos y
en cruz. Muy despacio, la barca se
desplazaba e iba moviéndose. Aquel
resultado me hacía mayor. El pescador
necesitaba en ciertos momentos mis
pequeñas fuerzas en los remos. No
dejaba que me acercara a los anzuelos, a
los sedales largos con el plomo de
profundidad. Eran instrumentos de
trabajo y no estaban bien enmanos de un
niño. En tierra firme, en Nápoles, en
cambio, sí que estaban, y de qué manera,
los instrumentos y las horas de trabajo
en los niños.
Me dejaba echar el ancla. Yo había
llegado a los diez años, una maraña de

infancia enmudecida. Diez años era una
meta solemne, por primera vez se
escribía la edad con doble cifra. La
infancia acaba oficialmente cuando se
añade el primer cero a los...
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