LUSTRE DE LA PERLA
Gioconda Belli
SOFÍA DE LOS PRESAGIOS
LETRAS
DE BOLSILLO
EMECE
a Gisella y Sofía
a Carlos y mis hijos
a la magia
Ilustración de tapa: John Martin © Image Bank
Copyright © Gioconda Eelli
© Emecé Editores S.A., 1996
Alsina 2062 - Buenos Aires, Argentina.Primera edición
Impreso en Printing Books,
Carhué 856, Temperley, septiembre de 1997
Reservados todos los derechos. Queda rigurosamente prohibida,
sin la autorización escrita de los titulares del "Copyright",
bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o
total de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
incluidos la reprografía y el tratamiento informático.E-mail: editorial@emece.com.ar http: // www: emece.com.ar
IMPRESO EN LA ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
I.S.B.N.: 950-04-1782-0
8.997
«Una parte de cada vida,
y aun de cada vida insignificante,
transcurre en buscar las razones de ser,
los puntos departida, las fuentes.»
Marguerite YOURCENAR
Memorias de Adriano
«Mineacesaremos de explorar y
el fin de todas nuestras
exploraciones será llegar
al lugar de donde empezamos
y conocerlo por primera vez.»
T. S. elliott
1
Es de noche y el mundo está quieto. Hay que entrar de puntillas al Diriá, pueblo de brujos, pueblo que crece sobre el cerro que en lo alto se quiebra y baja hacia la inmensa laguna de Apoyo. Las luces están apagadas. El pueblo duerme apoyadoen el reflejo del agua. Han callado los ruidos de feria del domingo. Los cirqueros han doblado sus carpas. Las marimbas se han marchado. Las puertas están cerradas y en el parque acampan los gitanos que vienen de la América del Sur, que vinieron antes de Europa, de Egipto y de la India y mucho antes del paraíso terrenal donde una gitana anterior a Eva encantó a Adán y parió una raza de hombressin pecado original. Se hace el silencio en los carromatos. Los niños sueñan y las mujeres cansadas terminan de apagar el fuego, mientras los hombres fuman encendiendo los cigarros con los tizones aún rojos. Cerca de uno de los carromatos, una mujer y un hombre discuten como si contaran secretos. Dicen odiarse. Se irá, dice la mujer, no quiere verle más, no quiere oírle, se irá con los suyos, conlos que no son gitanos, no quiere más la familia, los detesta a todos. El gitano fuma despacio y no le contesta. La mujer se levanta, entra al carromato, mira a la niña dormida dentro y sale sin que el gitano, de espaldas, se vuelva. La niña no está dormida, ha escuchado la discusión acobardada, con miedo. Ve la silueta de la madre desaparecer y se inclina, se pone los zapatos y decide seguirla.Sale al viento oscuro que sopla desde la laguna.
Las casas del pueblo tienen paredes anchas. La calle principal sube hacia la iglesia, una calle de piedras y lodo. Nada de asfalto en este lugar perdido. Frente a la iglesia, hay un círculo de madera, un estadio rudimentario donde los domingos hay peleas de gallos y corridas de toro sin muertes, ni sangre; corridas de toro donde se monta al torosolamente y gana el que se queda montado más tiempo mientras el animal corcovea. Empieza a clarear y cantan las gallinas en los patios. En el campamento de los gitanos duermen todos menos el hombre que piensa dónde estarán la mujer y la hija. No se mueve. Lo piensa y le enfurece estarse preocupando por los arranques de ella. No la irá a buscar. Aparecerá. No duda de que regresarán las dos, hastaque amanece y los hombres salen de los carromatos, las otras mujeres se levantan y él sabe que llegó la hora de partir. Los gitanos no esperan. No pueden esperar. Tienen que seguir camino. El, remolón, atrasa la partida. Los tíos ancianos vienen y le preguntan por la mujer y la hija, pero él no sabe y dice que no importa; ella decidió irse con los suyos, buscarlos. Se llevó a la niña. ¿Qué...
Regístrate para leer el documento completo.