Mario benedetti

Páginas: 134 (33435 palabras) Publicado: 22 de octubre de 2009
MARIO BENEDETTI

BUZÓN DE TIEMPO

EDITORIAL SUDAMERICANA
BUENOS AIRES

A los amigos y compañeros de la Casa de las Américas en sus cuarenta

Il tempo tutto toglie e tutto dà; ogni cosa si muta, nulla s’annichila (El tiempo todo lo quita y todo lo da; todo cambia, nada se aniquila)
GIORDANO BRUNO

Si no puedes soñar golpea los baúles polvorientos
FAYAD JAMIS

Epistola enim nonerubescit (Una carta no se ruboriza)
CICERÓN

SEÑALES DE HUMO

SEÑALES DE HUMO Cuando estás en el filo de lo oscuro y le rindes honor desde tus huesos cuando el alma purísima del ocio pide socorro al universo inútil cuando subes y bajas del dolor mostrando cicatrices de hace tiempo cuando en tu ventanal está el otoño aún no te despidas / todo es nada / son señales de humo / apenas eso tumirada de viaje o de desiertos se vuelve un manantial indescifrable y el silencio / tu miedo más valiente / se va con los delfines de la noche o con los pajaritos de la aurora / de todo quedan huellas / pistas / trazas muescas / indicios / signos / apariencias pero no te preocupes / todo es nada son señales de humo / apenas eso no obstante en esas claves se condensa una vieja dulzura atormentada elvuelo de las hojas que pasaron la nube que es de ámbar o algodón el amor que carece de palabras los barros del recuerdo / la lujuria / o sea que los signos en el aire son señales de humo / pero el humo lleva consigo un corazón de fuego

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FIN DE SEMANA Esperó al padre en la puerta de la escuela. Como todos los viernes. A partir del divorcio, Fernando vivía con su madre, pero los fines desemana eran del padre. Antes de cualquier dictamen impuesto, ellos lo habían resuelto amigablemente, sobre todo para no herir al hijo con enfrentamientos inútiles. Nunca llegaba en hora, pero esta vez demoró más que de costumbre. Mientras compartió la espera con otros chicos, Fernando no se inquietó, pero uno a uno los fueron recogiendo y al final sólo quedaron él y el portero, un tipo que ademásdetestaba a los escolares. Marcelo apareció por fin, casi corriendo. Fernando se resignó a besar la mejilla, paterna y sudada. Eso no le gustaba, porque la boca le quedaba húmeda y le habían enseñado que no era correcto limpiarse con el puño. —¿Estabas nervioso? —No. —Por favor, no le cuentes a tu madre sobre esta demora. Digo, para que no se preocupe. La verdad es que no me podía sacar de encima a uncliente que es un plomo. No le cuentes a tu madre. Fernando no entendía por qué no decía: No le cuentes a Luisa. Tomaron un taxi hasta el restaurante de todos los viernes. Fernando no precisaba leer el menú. Siempre había sido fiel al churrasco con ensalada. —¿No querés pedir otra cosa? —No. —Yo me aburriría pidiendo siempre lo mismo. —A mí me gusta. Por eso no me aburro. Marcelo cumplió con eldeber paterno de preguntarle por sus clases, sus maestras, sus compañeros. Como eran las preguntas de siempre, Fernando apeló a las respuestas de siempre.
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—Y de todo lo que vas aprendiendo, ¿qué es lo que más te gusta? —Las cuentas y los cuentos. Como acompañamiento de un humor tan primario, Fernando esbozó su primera sonrisa de este viernes, y el padre no tuvo más remedio que reírse. En elpostre tampoco hubo novedad: helado de vainilla. —Y tu madre ¿cómo está? —Sola. Está sola. —Bueno, no tan sola. Está contigo ¿no? —Sí, claro. Llegaron al lindo apartamento sobre la Rambla y Fernando fue a su cuarto. Marcelo le había reservado ese espacio, donde, además de la cama y otros muebles, había juguetes (un mecano, un trencito eléctrico) de uso y disfrute solitarios. Y asimismo un pequeñotelevisor. También en casa de su madre tenía un ambiente propio, claro que con otros juguetes. A Fernando le gustaba esa doble franja de sus entretenimientos. Era como saltar de una región a otra, y viceversa. Estuvo un rato jugando con el mecano (construyó algo que, si se lo miraba con buena voluntad, podía parecerse a un molino), vio en la tele un documental sobre las ardillas, dormitó un...
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