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Erotismo y escritura en Farabeuf
Anamari Gomís

Una de las escrituras más originales de nuestra literatura
ha sido la de Salvador Elizondo. Cada narración suya mantiene un ansia por la creación de un texto literario abierto hacia
múltiples discursos. A Elizondo le interesa la textualidad y
sus vínculos, como utilizar la técnica del montaje cinematográfico en Farabeuf a partir de la fusión de dosimágenes que
producen una tercera, a la manera de Eisenstein, el director
ruso de cine. Convierte también una fotografía en parte
específica de la novela y además mezcla campantemente lo
literario y lo científico, desde instrumentos quirúrgicos hasta
una máquina del tiempo a la observación puntual de la metamorfosis de un ajolote. Las reflexiones literarias de los poetas
franceses StéphaneMallarmé y Paul Valéry, Edgar Allan Poe,
la lingüística, la física interfieren en la obra del autor de El
hipogeo secreto en una espectacular geometría textual. Toda
esta profusión de intereses de Salvador Elizondo, su agudeza
indagadora desde el propio escrito literario lo sitúan en un
lugar único del horizonte literario mexicano. La suya es la
literatura de la inteligencia.
Entre sus obsesiones másrecurridas se encuentran el tiempo y el lado oscuro de la naturaleza humana, invertida sobre sí
misma, como la famosa botella de Kline, objeto que siempre
ha fascinado a Elizondo. Junto con el problema de la identidad y de varias realidades potenciales, Salvador Elizondo ha
elaborado una metafísica personal. En su novela Farabeuf, por
ejemplo, la cavilación sobre el tiempo, la memoria y el erotismo seconvierten en Leitmotiv, en una reflexión constante
sobre cierto momento de la vida transmutado en escritura.
Esto se funde en una explicación de una existencia habitada

tiempo

por misteriosas entidades que pasean por la playa, interrogan
al I Ching, cargan con su maletín de médico o ejecutan un
extraño ceremonial llamado Teatro Instantáneo.
Aparte de la escritura, sometida a la mayorinsurrección,
el tema de lo erótico en Farabeuf resalta por demás subversivo. El concepto clínico de la relación sexual, por ejemplo,
exprime el significado de cualquier literatura que aborde
este asunto.
Entre lo instantáneo, instrumentos de quirófano, la brevedad y su clímax y fragmentos que se mezclan y que crecen
poéticamente se produce Farabeuf.
En la edición de Alfaguara de 1999,1 Salvador Elizondodecidió que Farabeuf no llevará más el epíteto de “crónica de
un instante” como parte del título. De todas
formas, la novela persigue la ilusión de construir la crónica de un instante. Farabeuf intenta
recoger, en muchas de sus partes, la escritura
de un momento. El hecho de arrojar en el aire
tres monedas que producirán un hexagrama del
I Ching o el desplazamiento de un adminículo
que cubre el sío el no en la tabla de una ouija
es lo que el escritor pretende atrapar y convertir
en el texto. Pero el texto precisa de parrafadas.
La gestión narrativa de un mínimo intervalo
de tiempo resulta insostenible. Por lo tanto,
creo yo, Farabeuf es la simulación narrativa de
lo que puede ocurrir en un segundo, como un
metalenguaje de la brevedad. El fingimiento
se convierte, entre varias otrasimágenes sobre-

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memoria

puestas, en la profusa descripción de una fotografía extraordinaria y terrible de un ser humano en el instante mismo de
su muerte. Se trata de un hombre previamente emasculado, o
acaso de una mujer a la que le han cortado los pechos durante
un suplicio, el 29 de enero de 1901, ocurrido en Pekín. Es
la tortura de los Cien Pedazos, de los cien cortes o tajadas,
llamada lengtch’e que el doctor Farabeuf critica por la tosca
manera en que son dispensadas las rebanadas. Después de
todo, el médico francés posee un enorme conocimiento de la
anatomía y de la disección del cuerpo humano, y para ello
utiliza refinados herramientas médicas. Esto, ante la atrocidad del suplicio, me parece, por cierto, un guiño paródico,
en el que Occidente recalca su supremacía sobre...